Una casa prefabricada y sostenible en un suburbio de París, diseño de Djuric Tardio.
Dos motivos lo han llevado a ello. Primero el hecho de que a este estudio le gusta experimentar con construcciones hechas de madera. Y segundo, debido a las demoras en la obtención de los permisos de edificación y las condiciones urbanísticas del vecindario, que permiten esta clase de proyectos.
La casa, de 246 m2, fue fabricada en un taller y transportada hasta su actual ubicación. Una vez allí tan sólo hizo falta dos semanas para dejarla completamente lista.
El nivel de la vivienda es más elevado que el de la calle ya que las características del suelo de esta zona de París requerían que esta clase de edificación descansara sobre una tarima.
Toda la construcción está hecha de paneles de madera finlandeses aislados con fibra de madera.
La otra característica de esta casa es que se han aplicado, en la medida de lo posible, criterios de sostenibilidad. Por ejemplo, los paneles de madera provienen de cooperativas, también sostenibles, formadas por pequeños propietarios de bosques forestales.
Grandes ventanales de doble vidrio y rellenos de gas argón ayudan a aislar térmicamente la casa de la climatología externa.
Su tamaño, además, está pensado para capturar la máxima luz solar y el calor del sol en invierno. En verano, la pérgola de la primera planta produce el efecto contrario al mantener las ventanas en la sombra parte del día.
En algunas ventanas se ha sustituido el vidrio por espejos de acero inoxidable como elemento decorativo. El reflejo de los árboles y otros elementos del exterior proporcionan cambios continuos en la fachada.
La casa también cuenta con un sistema para recoger el agua de la lluvia, que se reutiliza para el jardín y así no hace falta recurrir a un consumo adicional para este uso.
También la cubierta es un elemento a destacar. Por miedo a que el ático acabara siendo un espacio desaprovechado, el estudio decidió dejarlo a la intemperie como una terraza para los mayores y niños. También se ha destinado una parte a modo de huerta urbana donde se cultivan calabazas, kiwis e incluso viña.
La planta de la vivienda ha sido diseñada para que pueda adaptarse a las estaciones. Estancias como el salón o la habitación de juegos de los niños se prolongan hasta las terrazas para poder trasladar la actividad al exterior cuando hace buen tiempo.
El interior también intenta ser lo más flexible posible a las necesidades actuales y futuras de quienes viven en la casa.
Entre los elementos utilizados para lograr esto sobresalen las grandes puertas corredizas que, cerradas, se confunden con auténticas paredes.
Por ejemplo, en la planta baja, el muro corredizo separa el salón de la biblioteca/estudio.
Los tabiques también se han minimizado para poder obtener el máximo de ventilación e iluminación cruzada.
Fotografías: Clément Guillaume