Maison Martin Margiela redefine las reglas de diseño en el hotel Maison Champs-Elysées.
El trabajo llevado a cabo en la Maison Champs-Elysées es el culmen de una nueva etapa que Margiela inició en 2009. Después de veinte años diseñando los showrooms y las tiendas donde se venden sus colecciones de moda, era el momento de abrir las alas y dedicarse también a la arquitectura y diseño de interiores. Empezó con algunas suites aquí y allá, pero el reto le ha llegado ahora con el encargo de redefinir el espacio de este hotel.
La Maison Champs-Elysées está formada por dos edificios. Uno es del siglo XIX y estilo Haussmann, mientras que el otro es más reciente. El trabajo de Margiela ha consistido en crear 17 nuevas habitaciones, una sala de recepción, un restaurante, un bar y una sala de fumadores.
El resultado es la creación de mundo ficticio espectacular – “una casa dentro de otra casa”, han dicho – en la que reinan los contrastes. Blanco y negro, ambiente lujoso pero relajado, minimalismo en las formas pero atención en los detalles. Y sobre todo “una sucesión de escenarios donde las referencias se mezclan para crear una atmósfera inusual, donde pasado y presente luchan de manera armoniosa”, explica Margiela.
La Maison Martin Margiela ha dividido su espacio en dos ambientes: el de día (la recepción, el restaurante…) y el de noche (las habitaciones). Uno de los mejores exponentes del ambiente de día es el Antin Hall (detrás del Hall principal) y el pasillo que lo une al jardín y a las plantas superiores. Las paredes y el techo han sido recubiertas de láminas de aluminio, y el suelo está formado por grandes azulejos de cerámica de color plata. La luz proviene de una enorme y escultural lámpara en forma de diamante.
El contraste lo proporcionan estanterías llenas de libros y revistas.
Sólo la lámpara de cuentas y el suelo de estilo inglés y de madera de roble envejecido parecen auténticos y acordes al estilo de la época.
Pero la seña de identidad de la Maison Martin Margiela está en la Suite de las Fundas Blancas. Allí, al igual que los muebles del restaurante y el bar, y que en los propios showrooms de Margiela, todo – y cuando decimos todo nos referimos a absolutamente todo – está recubierto de tela de algodón blanca. Desde los muebles hasta el teléfono. Las paredes, por supuesto, también son blancas, y las lámparas de yeso.
Todo en conjunto da una sensación de habitación encalada.
Lo único que no es estrictamente blanco, ni de tela, es el suelo, también de estilo inglés y de madera de roble envejecido.
Pero el efecto más dramático es el de los pasillos de noche, el de la suite El armario de las rarezas y El fumadero. En estos espacios todo está recubierto de negro. Las paredes y la moqueta del pasillo son negras. Para suavizar un ambiente tan obviamente oscuro, se han instalado proyecciones de luz que imitan a los filtros de luz de, en este caso, inexistentes puertas y ventanas.
En El armario de las rarezas, también todo está teñido de negro. Desde las cortinas de lana hasta el parquet, también de estilo inglés. Sólo se salvan las mesillas de noche y el armario de espejos.
Fotografías: Maison Martin Margiela