Diseño a lo cañí: peinetas y flamencas en el madrileño Gastrobar Estado Puro, de James&Mau.

La sensibilidad de Paco Roncero hacia lo “típico español” es el punto de partida para los arquitectos James&Mau en la búsqueda del concepto Estado Puro. Ellos reinventan el bar de tapas español redefiniendo el imaginario español y dando un sutil giro a los elementos más tradicionales. Así, este nuevo espacio nos remite a un ambiente cañí-sofisticado, define un sabor moderno y sorprendente, un equilibrio entre tradición e innovación.

Tras el éxito del primer local de tapas Estado Puro, creado en 2008 en la Plaza Neptuno, llega una segunda experiencia gourmet y “design”, esta vez en hotel NH Palacio Conde de Tepa, ya que la marca “Estado Puro” quiere convertirse en punto de referencia para “degustar” lo más “in” de la nueva cultura de ocio y gastronomía madrileña.

En este segundo Estado Puro se trataba de preservar y maximizar los elementos de arquitectura y diseño desarrollados como base de la marca, aunque creando un nuevo espacio con su ambiente y dinámica propios. Objetivo: buscar una ampliación del concepto «Estado Puro» con nuevas facetas, como definen los propios arquitectos.

Una piel de peinetas se impone como la protagonista de este espacio, además de ser el logotipo de la marca. James&Mau vieron la posibilidad de dar una nueva vida a este objeto típico del folclore español, elegante y sofisticado, pero olvidado en las tiendas de “souvenirs”. De este modo, 1.000 peinetas forman aquí una piel retro-iluminada que crea unas olas sobre techo y pared. Su finalidad es el de ordenar, unificar y suavizar un espacio complicado por su forma de tubo estrecho.

Esta alfombra de peinetas crea curvas envolventes con cierta sensación de movimiento. Aporta una sensación acogedora, divertida e inesperada. La peineta (realizada con plástico reciclable ignífugo M0) fue diseñada por los arquitectos James&Mau con el fin de lograr la proporción, forma y curva deseadas. Su singular perforación provoca la idea de ser una celosía para el paso de la luz. Así, se realizó una estructura metálica que genera las curvas, separa la membrana acústica y sobre la cual se instala la iluminación lineal y las peinetas.

El espacio longitudinal se organiza alrededor de dos barras donde se degusta de pie, como en las típicas cafeterías madrileñas. De un lado la barra de madera de iroco que bordea, sin interrupción, el lado izquierdo del espacio. La barra aparece como un serpentín de madera continuo que envuelve con sus curvas paredes y ventanales, logrando unificar el espacio.

En el lado derecho, destaca una barra de vidrio exenta. Emulando las clásicas vitrinas de las plazas de mercado, se transforma en un cajón de vidrio de 14 m de longitud, punto central del espacio. En vez de pescado, la vitrina se llena con 1.000 flamencas rojas, también olvidadas en las tiendas de “souvenirs”. De cerca, las muñequitas son un guiño al imaginario típico español. De lejos recuerdan a las rosas que las mujeres se colocaban, junto con la peineta, o a los encajes de la chaquetilla de un torero.

Peinetas blancas y flamencas toman el protagonismo dentro de una neutralidad general en el espacio y el mobiliario: colores en la escala de grises sobre suelo y paredes; mobiliario de madera de iroco natural; o cestas metálicas en las contra-barras. Al fondo del local, donde la piel de peinetas cae sobre la pared como un tapiz de escamas, se abre una pequeña zona de mesas más protegida, para aquellos clientes que desean sentarse.