Restaurante Hueso, en México. Comer entre diez mil trozos de esqueletos.
El proyecto ha sido muy citado en su país de origen, México, pero, en el fondo tampoco les ha sorprendido porque detrás está Alfonso Cadena, un famoso chef al que siempre acompañan los términos locura o magia y el cual hace un tiempo ya asombró al público con otro local conceptual situado en Puerto Vallarta: La Leche.
Hueso está en Guadalajara, en el artístico distrito de la Colonia Lafayette, y situado en un edificio con la misma personalidad que su interior: la casa-estudio del arquitecto Díaz Morales, una pieza modernista de 1940 que actualmente forma parte de la Fundación de su amigo y también arquitecto mexicano Luis Barragán.
El concepto de Hueso está inspirado en Charles Darwin, ha dicho Cadena, que se define también como músico y diseñador y cuenta con un apoyo muy significativo a la hora de llevar a cabo sus proyectos: su hermano es el arquitecto Ignacio Cadena, el cual se ha encargado de la dirección de arte de Hueso y junto a su estudio, Cadena+Asociados, es también el responsable de la iluminación y el mobiliario.
Todo el interior, de 240 metros cuadrados, gira en torno a los huesos, muchos de ellos auténticos y otros de aluminio: detalles arquitectónicos, elementos decorativos y el grafismo. La experiencia, ahora bien, empieza ya en el exterior.
A la singularidad del edificio hay que añadir la nueva fachada con la que ha sido recubierto: una especie de segunda piel a base de azulejos artesanales, obra del artista José Noé Suro, con dibujos de Rocío Serna, miembro de Cadena + Asociados, que ha trazado unas líneas en las baldosas descritas por algunos como arte azteca simplificado.
El contraste de los azulejos con el interior óseo tiene dos lecturas. Por una parte la cerámica protege la fragilidad de los huesos, como si de un cuerpo y un esqueleto se tratara. Y por otra parte sirve para poner en relieve un interior más orgánico y lleno de texturas que la pared lisa de la fachada.
Excepto por los dibujos, que como hemos son minimalistas, la fachada sigue la misma paleta cromática que en el interior: todo es blanco. Sólo se salvan algunas piezas de madera.
El interior es un gran espacio abierto de doble altura con enormes ventanales, grandes mesas comunitarias y la cocina, no solo a la vista, sino situada en el mismo comedor, separada de los comensales únicamente por el bar.
Aquí dentro las paredes también están forradas, pero esta vez ya por los huesos, los cuales han sido enmarcados en madera y se mezclan con otros objetos como utensilios de cocina e intervenciones de los artistas visuales Tomás Guereña & Miguel Ángel Fuentes, dos de los miembros más visibles del colectivo Los Contratistas.
De cara a conseguir ese aire de loft han dejado algunas paredes de ladrillo sin lucir y las tuberías a la vista.
El patio de la vivienda también forma parte ahora del restaurante. Aquí el espacio es más dramático con la sola presencia de una gran mesa de madera y gran un tronco muerto. Pero lo dicho, de macabro nada. Su originalidad cala… hasta los huesos.
Fotografías: Jaime Navarro
Hueso Efrain Gonzalez Luna No. 2061 Colonia Lafayette Guadalajara, Jalisco México. http://huesorestaurant.com/