El arquitecto Gustau Gili reforma un ático destacando la luz óptima y la belleza de los materiales.
La reforma consigue que el piso se abra al exterior, permitiendo un plano de vidrio continuo que asegura la máxima visibilidad también de los interiores.
El protagonista en la zona de acceso es un mueble-despacho construido con tableros de madera contrachapada que funciona a modo de tabique entre el hall y la cocina. El despacho puede aislarse mediante unas finas cortinas.
La cocina combina a la perfección la madera cruda, con los nudos a la vista, con el blanco, cobrando protagonismo en ella también la luz natural que entra del exterior. La idea de que los materiales se presentaran en su forma natural es común a todo el piso.
A continuación se sitúa la zona de estar, dominada por un sofá de Sancal, que se ha combinado con butacas de finales de los 50’s consiguiendo un ambiente atemporal.
En esta zona el antepecho de las ventanas es más bajo, acorde con la menor altura de los asientos. La parte de abajo la ocupa un mueble de DM corrido por todo el perímetro, como armario contenedor, instalaciones y radiadores, con ranuras para absorción acústica y ventilación, consiguiendo que estas partes necesarias en el piso tengan la mínima importancia y quedando de esta manera discretamente escondidas.
El comedor pertenece también al mismo espacio, sin tabiques divisorios. La mesa de roble maciza tratada con aceite (Vitamin) dispone a su alrededor de un «surtido selecto» de sillas: presidiendo la mesa, la silla «autoprogettazione» de Enzo Mari para Arflex, una propuesta precursora del do-it-yourself de 1974; la silla Standard de Jean Prouvé, otro gran clásico de Vitra; la Pressed Chair de Harry Thaler de 2011 para Nils Holger Moormann, una única pieza de aluminio que adquiere resistencia con el pliegue; la Silla Crisis de madera contrachapada de Piet Hein Eek; dos sillas Doing de Niall O’Flynn para Tramo, un ready -made a partir de un felpudo metálico y lámina de fieltro; y una silla de los 50 de madera curvada. Las lámparas son de Gubi.
Una puerta forrada de espejo da acceso a la parte más privada de la casa. Como tabique funciona un mueble estantería con puertas correderas.
En el dormitorio principal, blanco y con espectaculares vistas a toda Barcelona, destaca un carrito de avión como mesita de noche, un diseño perfecto: modular, ligero, resistente, versátil… Como curiosidad, se ha optado por no poner cuadros: se dispone de «un único cuadro ‘viviente’ que cambia con las horas del día y de la noche», en palabras del arquitecto.
Para las habitaciones juveniles, inspiradas en camarotes de barco, se ha optado por la practicidad y la amplitud de almacenaje. Las paredes y el techo se han revestido de papeles pintados de Marimekko.
Fotografías: José Hevia