El diseño de vanguardia vuelve a las raíces en la exposición Post Fossil.
Edelkoort ha reunido en Post Fossil una colección de objetos y mobiliario en el que participan desde Studio Job, a Nacho Carbonell, Joris Laarman o Guus Van Leeuwen, entre otros. Una especie de viaje catárquico que recupera para el diseño los materiales naturales y los rituales tradicionales que han configurado la cultura humana. Aunque la muestra tiene poco que ver con las exhibiciones de diseño contemporáneo al uso, más bien es un gabinete de curiosidades decimonónico en el que el visitante puede sentirse como un taxidermista o un botánico futurista. Nada más y nada menos.
Nacho Carbonell, el diseñador valenciano residente en Eindhoven (Holanda), se ha convertido en uno de los referentes de esta muestra, especialmente desde que Brad Pitt decidiese comprar toda su colección Evolution –a la que pertenece el asiento Love Chair presente es esta muestra- durante la Feria Design Miami-Basel.
El trabajo de Carbonell, a medio camino entre obras de arte y muebles artesanos, le permite concebir piezas singulares que moldea con sus propias manos, quizá inspiradas en Dalí, y que hacen reflexionar al espectador sobre conceptos como la soledad, el aislamiento o las relaciones entre personas. Objetivo de esta muestra, por cierto.
Su Love Chair, silla-refugio para dos, hecha con papel reciclado y estructura metálica, es el mejor reflejo de su arte. Una silla que ofrece un reducto de intimidad, y que contrasta con otra de las piezas destacadas de la muestra, la Bones Chair de Joris Laarman. Otro asiento, esta vez, algo menos artesanal, inspirado en las configuraciones óseas, pero con un estilo mucho más tecnificado o futurista que la obra de Carbonell.
Como dice la propia Li Edelkoort, a raíz de la peor crisis financiera en la que vivimos, un período de diseño atractivo y simplificado llega a su fin. Una nueva generación de diseñadores apuesta por el retorno a sus raíces, su tierra y perfeccionar la investigación de su historia, a veces remontándose a los comienzos del tiempo.
Ejemplo innegable de esto es la Family Lamp del Atelier Van Lieshout. Una lámpara netamente escultórica con reminiscencias a las formas humanoides de la pintura de José Vergara, que bebe a su vez del imaginario aborigen australiano, pero también de las referencias familiares y representaciones antropomorfas de ésta que han perdurado en todas las culturas desde la prehistoria.
Exactamente el mismo origen que los Domestic Animals de Guus Van Leeuwen. Una especie de recreación dimensional de la pintura rupestre, en el que se mezclan las estructuras metálicas con las pieles. Y de una funcionalidad discutible.
Es difícil hablar de diseño en estos términos, quizá si de experimentación, de protodiseño, de un camino por explorar que deriva de conceptos como el ecodiseño. Un proceso en el que se favorece el uso de materiales naturales y sostenibles, como la madera, cuero, pasta de papel, fibras, tierra y fuego, como si los neocreadores, que no tanto diseñadores, se conviertan en unos hombres de las cavernas contemporáneas, que reinventan la vivienda, las herramientas de rediseño y las máquinas hechas por el hombre, y conceptualizan los rituales arcaicos de una estilo de vida más modesto y contenido. Algo así como unos Picapiedra del mañana.