HOTO Fudo de Takeshi Hosaka. Una nube a los pies del Monte Fuji.
Imagínate degustar un plato de noodles – los tradicionales fideos japoneses – entre nubes. Disfrutar de la sensación etérea de una geometría suave que permite que la vista se pierda en el infinito hasta encontrarse con la cima más alta de Japón. Esa es la sensación que ha conseguido crear Takeshi Hosaka en su noodle restaurant.
Heredero de la arquitectura zen tradicional japonesa y del espíritu de maestros como Toyo Ito o Kengo Kuma, el estudio japonés Takeshi Hosaka Architects ha creado un espacio integrado en el paisaje que juega con el clima para acondicionar los interiores.
Una estructura de hormigón armado que permite que el aire del exterior circule a través de las aberturas de las paredes, que las gotas de lluvia actuen de banda sonora y que la niebla visite a los comensales para acentuar la sensación de proximidad a las montañas nevadas. Una arquitectura imitadora de las formas redondeadas de los iglús y la esponjosidad de las nubes que ofrece al visitante la sensación de comer al aire libre, con las comodidades del interior.
Takeshi Hosaka no ha utilizado materiales nobles en su construcción, hasta las puertas –cuando se utilizan- son de material acrílico para reforzar la sensación de espacio abierto, pero sí que ha respetado los principios tradicionales de la arquitectura nipona: la ralentización del tiempo, la precisión y minuciosidad en el detalle, la desnudez y el purismo de los elementos constructivos, el uso de la luz como elemento compositivo y, por supueto, el uso de la geometría y la proporción como elementos configuradores del espacio.
Un iglú de hormigón con grandes vanos y arcos por todos lados que se integra en el paisaje y que convive rodeado por carreteras, nada que ver con la estética norteamericana de los cincuenta en la que los coches eran un apédice más del local y las camareras con patines y uniformes a rayas sirviendo los pedidos.
El interior minimalista asemeja un comedor escolar de largas mesas con bancos que se reparten casi aleatoriamente por el espacio, permitiendo que los vanos al exterior garanticen el contacto visual permanente con la naturaleza, abstrayéndose del tráfico rodado. Un placer para los sentidos.
Sobre Takeshi Hosaka
Arquitecto que ecarna a la nueva hornada de redefinidores del paisaje y los espacios que surgieron tras la crisis inmobiliaria japonesa de los noventa. De esa crisis surgió una generación de creadores que entendió que algo debía cambiar también en la Arquitectura – Toyo Ito, Kazuyo Sejima, Shigeru Ban o Ryue Nishizawa-. La tecnología fue su herramienta para recuperar la tradición doméstica japonesa de recibir y dormir en un espacio casi vacío. Así, también la arquitectura apostó por la austeridad que, en términos constructivos, se tradujo por levedad. Entre los herederos de éstos pioneros destaca la figura de Kengo Kuma y empieza a despuntar la de Takeshi Hosaka.
En menos de una década, y desde 2004 ya con su estudio propio Takeshi Hosaka Architects, ha dado forma a una aruitectura propia en la que los espacios se abren al exterior mediante cristales y materiales acrílicos, siempre en contacto con la naturaleza y con una vocación de integrarse en su hábitat que se aprecia en proyectos como la Garden house o la Acrylic house , o el más reciente noodle restaurant.