Villa Cap Roig, un soplo de luz en el corazón de la Costa Brava
La nueva residencia ubicada en Calella de Palafrugell convierte a la luz, a través de sus enormes ventanales, en la auténtica protagonista de un espacio que traspasa el diálogo entre lo íntimo y lo público.
Un blanco absoluto
El encanto mediterráneo recupera la sonrisa de los años setenta a través de un proyecto residencial en el corazón mismo de la Costa Brava. La metamorfosis de una villa de quinientos metros cuadrados en Calella de Palafrugell (Girona) recupera la brisa de la costa litoral a través de una apertura completa a la luz y la naturaleza de la región.
La claridad, reforzada por el blanco inmaculado de las paredes, crea “un lienzo neutro que resalta el resto de los elementos de las habitaciones”. La luminosidad, que inunda las distintas salas de esta villa proyectada por la arquitecta Ivana Tuneu y la diseñadora de interiores Aude May de Bloomint Design, se filtra por entre los inmensos ventanales del edificio mediante el juego de sombras de los tragaluces integrados. La naturaleza se escurre entre las paredes para expandir sus límites de influencia en una omnipresencia absoluta.
Este blanco sereno y equilibrado se funde con los diferentes detalles en negro -puertas, interruptores, accesorios y ventanas de vidrio- que “crean un contraste con pequeños acentos visuales”. La justificación de este choque absoluto se justifica por la sofisticación y modernidad que quieren atribuir al edificio, que además cuenta con materiales naturales como madera en bruto, piedra y lino.
La voz de lo local
Antiguamente compartimentada, la villa ha sido diseñada para albergar a doce personas, con una disposición interior que, a través de la generosidad de sus dimensiones, permite ofrecer áreas comunes para la convivencia y el intercambio. En concreto, la cocina cuenta con un hormigón encerado que refuerza su expresión, con “gabinetes de roble crudo que agregan calidez y carácter al espacio”. Los lavabos son de piedra cortada, ofreciendo un matiz rústico y auténtico.
Con respecto al salón, el techo de madera blanca acentúa las dimensiones de la sala, con una chimenea y un estante monumental que incorpora en sus vitrinas la cerámica de La Bisbal de l’Empordà (Girona). Además, la residencia añade cinco habitaciones con baño (que incluye grifería negra) y una habitación exclusivamente orientada para los niños. El exterior observa la verde inmensidad de las Gavarres, entre una terraza protegida por pérgolas que está adornada por un laberinto de olivos y una enorme piscina.
Los materiales y los objetos de decoración se han erigido como dos de los puntales básicos para llegar a efectuar esta renovación. De hecho, la autenticidad del proyecto viene impulsada por esta misma circunstancia: artesanos locales y numerosos comerciantes de artículos de segunda mano de la región ayudaron a reforzar y completar la identidad mediterránea del proyecto, decorando y llenando cada esquina con una expresión singular y definitiva.