MINIMO propone una reordenación espacial en esta vivienda protegida de Chamartín.
El estudio de arquitectura madrileño MINIMO ha sido el encargado de transformar una vivienda unifamiliar situada en una antigua colonia de los años 20. El proyecto, muy sensible con la esencia de la vivienda original, ha primado la sostenibilidad y la recuperación de espacios obsoletos.
Respetar la arquitectura original de una colonia de los años 20
En 1920 la Unión Eléctrica Madrileña promovió la construcción de viviendas sociales «higiénicas y baratas» para sus empleados. La colonia, situada en Chamartín y compuesta por 11 calles, albergó un total de 158 casas unifamiliares. Con el paso de los años el conjunto ha sufrido muchos cambios y muestra un estilo arquitectónico heterogéneo. Podemos apreciar viviendas que aún conservan su estado original que conviven con nuevas arquitecturas basadas en los estándares de confort actuales.
Ejemplo de ello es M15. Se trata de un proyecto de rehabilitación realizado por MINIMO que ha transformado uno de estos inmuebles con un doble propósito. El primero de ellos trata de mejorar la envolvente térmica de la vivienda. El segundo optimiza los espacios interiores que la configuran, respetando en ambos casos su esencia original.
Sostenibilidad y reordenación espacial
Un problema usual que presentan las viviendas de esta época es la falta de aislamiento térmico. En esta ocasión, para respetar la estética de la fachada protegida de la casa, la rehabilitación energética se materializó en un sistema de aislamiento exterior (SATE) con acabado liso. Respecto al cuerpo secundario de la vivienda, que contaba con ladrillo cara vista, se trasdosó interiormente para no alterar su fachada.
Además, el proyecto tiene muy en cuenta el impacto energético que produce la adecuación térmica interior. Por ello, la climatización de la vivienda se realiza mediante una bomba de calor geotérmica. Una fuente de energía renovable que alimenta el suelo radiante y refrescante que recorre la casa.
En cuanto al aspecto formal, la nueva vivienda queda distribuida en dos niveles. La planta baja aloja las piezas del programa funcional que corresponden a un uso diurno, mientras que la planta superior acoge los dormitorios.
Durante el proceso de transformación se tuvieron muy en cuenta los espacios infrautilizados en la anterior vivienda. Ejemplo de ello son el garaje, que ahora aloja la cocina, o la zona bajo cubierta que se ha restaurado completamente.
Madera de roble, baldosa porcelánica y hormigón prefabricado
La materialidad del proyecto rezuma calidez y funcionalidad. Los pavimentos interiores cuentan con tarima de madera de roble, mientras que el área bajo cubierta se resuelve mediante una moqueta de yute. Las zonas húmedas y el acceso se materializan con baldosa porcelánica.
Por último, esta rehabilitación tan energética y funcional no ha descuidado el espacio exterior de la vivienda. De hecho, encontramos distintos tipos de pavimento realizados con un mismo material: el hormigón prefabricado.
Fotografía: Alberto Amores