Un volumen a lo Robert Venturi devuelve a la vida la antigua Ermita de Santa Catalina.
El estudio del arquitecto Francisco Gómez de Tejada está detrás de este sorprendente proyecto levantado en Puente Genil, en la provincia de Córdoba. Aunque el edificio fue demolido en los años 70, su estructura vuelve a presidir el espacio que ocupó antaño, durante siglos. Un proyecto que recupera la idea del Franklin Court de Filadelfia de Denise Scott Brown y Robert Venturi.
Ermita de Santa Catalina, un santuario con historia propia
Se desconoce su datación exacta y existe poca información gráfica de la época. No obstante, de lo que sí se tiene constancia es que la Ermita de Santa Catalina fue una de las edificaciones más antiguas de Puente Genil.
Lo cierto es que esta humilde ermita cordobesa dio un gran servicio al barrio cuando la peste asoló a la población. Y, gracias a varios historiadores, se sabe que estaba formada por una pequeña nave abovedada y terminaba en una cúpula esférica de pequeñas dimensiones.
El edificio fue sufriendo diferentes reformas y modificaciones a lo largo de su vida. Pero, dada la ausencia de una Ley de Patrimonio Histórico y que la Iglesia se deshizo de algunas de sus propiedades, la ermita estuvo abandonada durante años. Por esto mismo, a principios de la década de los 70 fue demolida.
Como consecuencia, se perdió no solo un símbolo del barrio, sino también el patrimonio artístico que atesoraba. De ahí emergió una pequeña plaza que, aun estando bien conservada, carece de la riqueza espacial del extinto edificio.
Un volumen que recupera la identidad
El estudio del arquitecto Francisco Gómez de Tejada tuvo una brillante idea. Inspirándose en el Franklin Court de Filadelfia de Denise Scott Brown y Robert Venturi, recuperó el volumen de la ermita. Claro está, ésta ha acabado siendo una solución atractiva, fácil de ejecutar y muy asequible.
Su volumetría general se ha levantado a través de una estructura metálica ligera que, espacialmente, la vuelve a situar en su lugar. De esta forma se ha devuelto al histórico barrio de las Cantarerías la identidad y la presencia de su elemento más importante durante siglos.
También, esta nueva construcción no interfiere en la función de la actual Plaza de la Mananta. «Puede seguir usándose por los vecinos, como venía haciéndose hasta la fecha», apunta Gómez de Tejada.
Reivindicando el pasado
El proyecto se erige como una crítica a la pérdida de tantos edificios históricos que hoy no se pueden disfrutar. Como avanza el estudio: «Paralela y conjuntamente, se han propuesto dos actuaciones a la ejecución de la recuperación volumétrica: la colocación en sus lugares originales de la campana y la imagen Mariana, que se situaban en la espadaña».
De cara al futuro, se está trabajando en que vuelva a ocupar su lugar nativo La Virgen de los Reyes, una escultura que durante casi medio milenio formó parte del vecindario. Así como la campana primigenia de la ermita, que actualmente se halla en la aldea de El Palomar.
Fotografías: Javier Orive