Este apartamento esquinero en Poble Sec presume de personalidad.
El estudio Arantxa Manrique Arquitectes se ha encargado de rehabilitar esta vivienda de 105 m2, situada en una plaza barcelonesa. Aunque ha redistribuido sus estancias, ha mantenido intactos los techos de bovedilla cerámica y hasta algunas las pinturas de las paredes originales.
Vivir en Poble Sec
El barrio barcelonés de Poble Sec es uno de los que está más de moda en la capital catalana. No solo por su privilegiada ubicación a los pies de la montaña de Montjuïc, sino también por su innegable cercanía al centro y su vasta oferta gastronómica y cultural.
Al igual que años atrás ocurriera con la vecina Sant Antoni, cada vez son más quienes optan por mudarse a esta zona. Parece que allí se respira otro ambiente; la vida es mucho más sosegada pese a encontrarse a escasos metros de una jungla de asfalto.
Un hogar abierto y flexible
Este apartamento esquinero de 105m2, situado en un edificio de inicios del siglo XX, ejemplifica la esencia de Poble Sec. Acaba de ser rehabilitado por Arantxa Manrique Arquitectes, en colaboración con la arquitecta Sara Serrano.
El estudio que lidera Manrique, establecido en Barcelona en 2008, planteó este hogar en esquina totalmente abierto hacia el exterior. Sobre todo, para aprovechar al máximo la luz natural y el sol de la tarde que entra desde la plaza los 365 días del año.
Asimismo, como explica su artífice, «la concebimos como una vivienda abierta, adaptable y flexible a lo largo del tiempo. Por ello fusionamos el proyecto con las preexistencias usando parte de la tabiquería existente y completándola para dividir el espacio en cinco estancias de tamaño similar».
Preservando su historia
De igual forma, la estudiada estrategia espacial se basó en la creación de nuevas interconexiones. Las circulaciones de la vivienda se realizaron de manera generosa. Por ejemplo, se crea un nuevo recorrido secuencial desde el centro de la tabiquería existente, así como desde el extremo de la fachada.
Arantxa Manrique Arquitectes optó por utilizar materiales austeros y honestos. El motivo: de esta forma se podían enfatizar «los elementos originales que dotan de singularidad cada pieza y la arraigan al lugar».
Además, no dudó en recuperar el suelo hidráulico en todo el espacio. También descubrió y aprovechó un techo de bovedilla cerámica y vigueta metálica en algunas de las estancias, que encajan con el conjunto.
Mientras tanto, en otras, se recuperaron las antiguas pinturas de las paredes. Es más, esto último aporta a la vivienda una personalidad que escapa de lo común. Seguramente, en el barrio no existe ningún otro apartamento que haya preservado de tal forma este colorido legado.
Fotografías: Adrià Goula