Si, nosotros también usamos cookies. Esas cosas con nombre de "galletita" que ayudan a que tu navegación sea más personalizada. Cierra este mensaje y nos darás tu permiso para seguir utilizándolas. Y seguirás disfrutando de diarioDESIGN como siempre.

Feliz viaje por nuestra web Cerrar

Blanco puro y juego de volúmenes en Es Mercadal.

Situada en Menorca, Casa E representa cuán compleja puede resultar la sencillez. Su deslumbrante fachada blanca y la combinación de volúmenes contrastan con el paisaje natural de una de las islas más bellas de nuestro país. Un hermoso proyecto de Marina Senabre Estudio donde lo básico es lo más complicado.

Casa E nace desde lo elemental. A pesar de su aparente sencillez, su arquitectura responde a una mezcla de tradición y contemporaneidad donde los contrastes están servidos. Para empezar, el choque de colores entre su fachada y el paisaje que la contextualiza. Todo en su justa medida: dulce, salado, amargo y ácido.

Casa blanca en Menorca

Dos volúmenes blancos en medio de la pradera

Con una diestra sencillez, y siempre desde lo más elemental, Marina Senabre potencia y eleva toda la belleza del entorno. Casa E se convierte en dos grandes piedras blancas, relucientes, enmarcadas por una pradera de color verde intenso. Sobre ellas, se recorta el cielo perfectamente azul, creando una sensación de ventosa a su alrededor.

Su color blanco, lejos de ser neutral, destaca y contrasta de manera radical. Así se incrementa la estrategia de la integración a través del contraste.

En palabras del propio estudio de Marina Senabre, la Casa E “se plantea como una conversación entre dos piezas arquitectónicas. Dos volúmenes que representan, por un lado, la construcción y la edificación características de la isla de Menorca y, por el otro, la arquitectura contemporánea. Una pequeña pieza a dos aguas y un prisma rectangular se miran y dialogan gracias al lenguaje que ambos utilizan: la composición y la estética”.

Sobre el lienzo que brida el paisaje, Casa E se alza en un juego de geometrías que combinan la clásica forma de una casa acompañada por un cubo.

Un lienzo natural

Las grandes aperturas cuadradas de la casa consiguen que este maravilloso paisaje menorquín entre dentro de la vivienda. La naturaleza se convierte en una obra de arte real.

Minimalismo y calidez

La complejidad del discurso está siempre presente. También en su interiorismo, donde continúa este devenir de fuerzas. Aquí se debaten y equilibran entre lo popular y lo contemporáneo. La dualidad es una constante. El minimalismo se encuentra con la calidez haciendo uso de materiales continuos y claros que cubren todo tipo de superficies.

El uso de maderas naturales rústicas, por ejemplo, no solo aumenta la belleza del paisaje que entra por las ventanas, sino también la calma, la neutralidad y naturalidad.

Y así, el concepto de proporción y confort se convierten en un valor extra de Casa E.

Fotografías: Julio Feroz

Artículos relacionados

Lo mejor de Concéntrico 2024, el festival que reivindica el espacio urbano de Logroño

Rafael Moneo: el primer Pritzker español detrás de Atocha, el Kursaal y el Museo del Prado

Una isla inhabitada en Seúl se convertirá en un parque público lleno de naturaleza y cultura

Un nuevo paradigma de oficina en Torre Picasso