delaVegaCanolasso diseña una madriguera para vivir.
El estudio de arquitectura madrileño encabezado por Ignacio de la Vega y Pilar Cano-Lasso firma La madriguera, una casa con dos caras a las afueras de Madrid.
Nuestro primer hogar al pasar del nomadismo a la vida sedentaria fueron las cuevas. En ellas se ha inspirado el estudio arquitectónico para reclamar la importancia de lo introvertido frente a lo público en esta casa que funciona como una guarida. Más bien, tal como lo han definido, como «una madriguera».
La Madriguera: la casa como guarida
El proyecto de delaVegaCanolasso rompe con los estereotipos de la arquitectura actual, que ha olvidado la importancia de la privacidad y ha sucumbido al exhibicionismo. «Grandes ventanas en muros finos sin mirar a nada, enseñando todo. Cambiando misterio por evidencia». La Madriguera es su respuesta: un manifiesto a favor de lo privado, un lugar oculto, un escondite. Pero no como lo define la Real Academia en la segunda acepción del diccionario: un lugar retirado para gente de buen vivir.
El proyecto está ubicado en mitad de la naturaleza, integrándose en ella en una explosión de verdor y reflejos de luz. En estos tiempos extraños, en los que aislarse es la solución requerida para frenar la pandemia del COVID-19, este espacio privado adquiere importancia capital.
Una casa con dos caras
La estructura de la vivienda presenta dos tipologías bien diferenciadas, que separan las partes más privadas de las compartidas. Para identificar como un todo ambas mitades, se ha recurrido a un mismo recubrimiento interior: la madera de pino, que abriga y genera un entorno de lo más acogedor.
La mitad más tradicional de la Madriguera es un antiguo taller de pintura rehabilitado para acoger una cocina-comedor, un estar y un estudio. Con un diseño interior planteado a modo de loft, los arquitectos han dispuesto el mobiliario fijo en el perímetro, dejando la mayor superficie posible libre y eliminando espacios de circulación.
Gracias a su cubierta traslúcida, dispone de luz cenital durante todo el día.
El punto más espectacular de la vivienda es su otra mitad. Una pieza reflectante, cubierta de acero galvanizado cepillado que refleja y difumina la luz del exterior, acoge el uso más privado de la Madriguera.
En ella se encuentran el dormitorio y el aseo, y como una cueva, se abren huecos controlados que permiten la correcta ventilación e iluminación. Una especie de rompecabezas que evita las visiones directas desde el exterior, lo que le da un carácter «introvertido a la vez que acogedor».
Entre la exuberante vegetación, este refugio en la naturaleza cuenta también con su propio estanque lleno de agua y flores, que permite unas vistas a modo de jardín japonés desde el dormitorio.
Fotografía: Imagen Subliminal (Miguel de Guzmán + Rocío Romero) Fotografías de aseo por Pilar Cano-Lasso.