Nani Marquina, alfombras que seducen.
Las trayectorias de ambas diseñadoras han confluido en diversas ocasiones, y de esta prolífica colaboración cabe destacar las alfombras Flying Carpet, diseñadas en el 2002 que hoy en día siguen en catálogo de nanimarquina.
Las calles estrechas del barrio de Gràcia de Barcelona hacen que pase inadvertido el edificio industrial de cuatro alturas que en su día albergase una fábrica y que ahora es un conglomerado de estudios de diseño, de arquitectura y talleres. Nani Marquina, de sobria elegancia, nos abre las puertas de su estudio-taller; se trata de un espacio amplio, luminoso e impecablemente organizado. Atentos, escuchamos sus reflexiones sobre el orden y la armonía como forma de elegancia y sobre su necesidad de rodearse de cosas bonitas para poder generar otras que también lo sean. Sin darnos cuenta, con estas pinceladas que dicen mucho de su personalidad y su forma de ver el mundo, la entrevista ya ha comenzado.
Cuando hablamos de diseño, parece que la imaginación nos lleva directamente a la silla y la lámpara. ¿Cómo empieza uno a diseñar alfombras?
Bueno, creo que dentro de mi vocación como diseñadora debía tener una inquietud emprendedora. Como todo el mundo que conocía se dedicaba a las sillas, las lámparas, los muebles, etc., decidí buscar un sector que no estuviera tan explotado. Cuando empecé a diseñar alfombras, aparte de la producción clásica, el terreno era prácticamente inexistente. De todos modos, hubo otros hechos que me fueron llevando a este espacio. Comencé a diseñar estampados para Gancedo; allí empecé a intuir y a probar las posibilidades de este mundo y eso me permitió ir descubriendo que trabajar con los colores, las texturas y el equilibrio de las composiciones me gustaba y se me daba bien. Fue así como empecé a sumergirme en el sector al que me dedico actualmente.
La empresa «nanimarquina» nació con la edición de tus diseños. ¿Cuándo y cómo surgió la necesidad o la idea de incorporar a otros diseñadores al desarrollo de tus colecciones?
Todo pasó muy rápido. Teníamos la sensación de haber descubierto “algo” y nos apetecía compartirlo con otros diseñadores para hacerles también partícipes. Las alfombras tienen algo muy personal, muy estético; la gente quiere, de alguna manera, identificarse con ellas. Colaborar con mucha gente hace que el proceso sea mucho más rico en posibilidades. Ha sido una forma de trabajar que ha ido fluctuando. Algunas temporadas lo practicamos más y otras, menos. Incluso ha habido algún periodo en el que, por temas de gestión, yo apenas diseñaba. Ahora, afortunadamente, vuelvo a dedicarme plenamente a ello probando nuevos procesos, materiales, etc.
Tu padre, arquitecto y pionero del diseño, desarrolló las míticas aceiteras-vinagreras antigoteo y otros muchos proyectos quizá menos conocidos. ¿Cómo influyó su forma de diseñar en el aprendizaje y desarrollo de tu profesión?
A pesar de ser una influencia en mí desde pequeña en cuanto a mi voluntad de querer dedicarme a trabajar con objetos cotidianos, él, por su experiencia, me decía que no estudiase diseño industrial, que no me podría ganar la vida (se ríe). Y en realidad tenía parte de razón. Si me hubiera centrado en otros ámbitos dentro del diseño, teniendo en cuenta la cantidad de profesionales que ya había, quizá me hubiera resultado todo más complicado. Afortunadamente, supe detectar un espacio en el que poder abrir un nuevo mercado y una forma diferente de trabajar.
Una experiencia importante que viví con él fue la dirección durante unos cinco años de un proyecto de tienda con un nuevo concepto de ventas. Allí, gracias al contacto directo con el cliente final, aprendí mucho escuchando las peticiones y necesidades de la gente.
Sin embargo, con el paso del tiempo me he dado cuenta de la influencia que tuvo en mí mi madre. A pesar de que no se dedica al diseño, su sensibilidad y gusto, y su forma de colocar las cosas en casa, influyó mucho en el desarrollo de mi propia sensibilidad.
Gracias a vosotros, las alfombras se han convertido en un elemento de referencia para los interiores domésticos y de la hostelería principalmente. ¿Cómo consideras que tiene que ser este objeto?
Las alfombras pueden hablar por sí mismas en sentido cultural e, incluso, en el antropológico. Nos hablan de cómo vive la gente del lugar en el que se hacen, si tienen animales de los que obtienen una lana de calidad o si, por el contrario, cultivan un tipo de plantas que les permiten después trabajar con ellas. De hecho, creo que posiblemente es el primer mueble que existió; un elemento ancestral en nuestra forma de vida.
Las alfombras tienen que seducir; son el toque final de los espacios. Forman parte del lenguaje que queremos utilizar en cada estancia. A veces, incluso los espacios más anodinos se pueden redefinir con este elemento para que resulten más cercanos y acogedores.
Y, ¿cómo diseña Nani Marquina?
He tenido dos momentos muy diferenciados tanto a la hora de diseñar como de entender el producto. Al principio las alfombras que hacíamos eran, por decirlo de alguna manera, una «moqueta» con una aplicación gráfica encima. Después, cuando comenzamos a trabajar tejiendo las alfombras, eso cambió radicalmente. No sólo la producción, sino también la forma de diseñar, teniendo como punto de partida el mismo proceso de ejecución: un trabajo muy largo de prueba de materiales, texturas, colores y combinaciones entre ellos hasta conseguir el resultado deseado.
¿Crees que vuestra apuesta ha sido clave para la revalorización y actualización de este elemento?
Ha sido una experiencia muy motivadora. Cuando apareces en el mercado con un producto inexistente, tienes una agilidad muy interesante. Cuando comenzamos, éramos pioneros no sólo en España, sino prácticamente a escala europea. Ahora, con la competencia que ha ido apareciendo en los últimos años, el proyecto ha tomado una dimensión diferente, con nuevos retos. Hemos podido establecer una forma de trabajo y una tipología de producto que nos identifica; el proceso de descubrimiento, experimentación y apuesta (con los riesgos que esta implica) no ha sido fácil.
He leído en vuestra web que os referís a la artesanía como fuente de innovación. Ese concepto es muy interesante. ¿Podrías explicarnos un poco el binomio diseño-artesanía?
Sí. El descubrimiento de la artesanía fue un cambio clave. Hacia 1993, quería hacer cambios porque la empresa se había estancado con los recursos habituales que utilizábamos. Fue un viaje a la India y el descubrimiento de esa artesanía lo que me abrió un nuevo campo de posibilidades. Fueron unos años muy divertidos. Era un proceso constante de investigación de procesos y posibilidades con una carga de aprendizaje intuitivo muy importante. Esa nueva fórmula de construcción artesanal de las alfombras se convirtió en nuestra bandera y nos permitió replantearlo todo. De ahí la innovación a partir del trabajo artesano.
Es decir, nuestros diseños están condicionados tanto por el proceso como por el hecho de haber podido conocer de primera mano la tradición de los lugares en los que se producen. En su día, esta forma de trabajar también fue una innovación en sí misma. Se podría decir que nuestras alfombras son la contemporización de un proceso y un producto artesanal «clásico».
¿Se podrían fabricar alfombras “kilómetro cero”?
No. Actualmente es imposible, sobre todo por la escasez de artesanos. Por otro lado, los costes de producir aquí las alfombras harían que su precio resultara impagable. Es una realidad de la que somos muy conscientes; lamentamos que sea así. Hemos intentado en varias ocasiones hacer algunos proyectos aquí, pero no hemos conseguido los resultados que deseábamos.
En un país mediterráneo como el nuestro, que además no tiene la costumbre de sentarse en el suelo, ¿la alfombra era un elemento más de distinción que de uso?
Sí. Hasta hace unos años se entendía como un elemento de invierno que se guardaba en épocas cálidas, como las mantas o las cortinas. Era la costumbre y un símbolo de determinados sectores. En cambio, ahora se ha convertido en un elemento atemporal; ya no la quitamos en verano. Ha pasado a ser una pieza que estructura o completa los interiores. Además, yo siempre digo que somos muy limpios aquí (se ríe). El hecho de utilizar mucho el agua para limpiar era incompatible con tener alfombras. La gente se ha ido acostumbrando a utilizar la aspiradora y a limpiar de otras formas hasta ahora poco habituales.
Me gustaría que me hablaras de tu experiencia como Presidenta del FAD. ¿Con qué propósitos y objetivos habéis trabajado?
Comencé en el FAD, en parte, por la relación que tuvo mi padre como fundador. Por otro lado, era también un momento de relevo generacional en algunas funciones de la empresa y me pareció un buen momento para emprender otros proyectos. Es una organización de ámbito estatal con mucha proyección y una vinculación directa con la creatividad y el diseño, pero los obstáculos económicos dificultan el desarrollo de muchas ideas que tenemos. Estos últimos años, con la junta actual, hemos hecho un gran trabajo interno en el plano organizativo para mejorar cuestiones de financiación y de cohesión entre las cinco asociaciones que lo componen. Es decir, ha sido un trabajo muy de puertas para adentro que va más allá de las propuestas visibles de gran envergadura. Una de las novedades de este año es la celebración conjunta con el BCD de la Barcelona Design Week.
Queremos agradecer a Nani Marquina el tiempo que nos ha dedicado para poder realizar esta entrevista. No os perdáis su intervención junto a Ana Mir en el próximo Objecte de Desig que tendrá lugar el día 5 de abril a las 19.00h en La Capell de Barcelona.
Entrevista, fotografía y textos equipo Slowkind
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