Cadaval y Solà-Morales rehabilitan en Colonia Roma.
Antiguamente se alojaban en Colonia Roma las clases más altas de la capital, pero el crecimiento de la vida suburbana en los años 50 y el gran terremoto de 1985 hizo que la mayoría dejasen el barrio.
La startup Reciclaje Urbano encargó a Cadaval & Solà-Morales recuperar una antigua casona abandonada y de gran valor histórico. En esta zona de tráfico denso y locales comerciales asociados a las clases bajas, se optó por la arriesgada propuesta de un edificio de 9 viviendas sin garaje y con comercio en la planta baja.
Reinterpretando la tradición
Aunque la normativa sólo requería la conservación de la fachada, se decidió respetar casi la totalidad de la edificación original. De este modo la intervención, acorde a la nueva realidad económica y social de la zona, mantiene la armonía con la construcción preexistente: conviven dos estilos arquitectónicos de muy distintos momentos históricos.
Además de la construcción existente, que ocupaba la mayoría de la parcela, existía en la parte trasera una antigua zona de servicio. Un volumen independiente, sustituido ahora por un nuevo edificio, que conforma una réplica del patio original de la parte trasera.
Tras acceder por un portón metálico, una puerta de madera dirige al pasillo lateral, que estructura la casa y comunica los dos patios: uno de acceso a la casa original y otro, en la parte posterior, que alberga un segundo acceso al edificio.
Aunque mantiene la forma y materialidad de la casona existente, el nuevo volumen emplea tecnologías actuales en su construcción. «La adición es claramente identificable bajo la mirada de un profesional, pero ofrece una lectura continua a un ojo distraído» señalan los arquitectos.
El edificio original también crece en altura, tanto en su interior como sobre su cubierta. Excavando media planta bajo la cota de la calle, se crean una serie de niveles que hacen que la casa pase de tener una sola planta, a tres, en algunos puntos.
Para resaltar la horizontalidad del conjunto, la nueva planta construida sobre el edificio existente es totalmente acristalada. Además de aligerar la intervención, esta solución se utiliza para diferenciar la nueva construcción de la original.
Textura y materialidad
La materialidad juega un papel protagonista en el proyecto. El muro de fábrica que define la casa original se utiliza también en la nueva edificación, pero con sutiles diferencias. Mientras el de la primera es rugoso y lleno de historia, en el segundo se han incorporado pequeños detalles, como la elaboración industrial o la forma en cómo se agujerean sus muros.
Los niveles superiores se diferencian de los inferiores tanto en material como en color. Las terrazas y volúmenes de la última planta aportan dinamismo al conjunto. En lugar de como un sólido continuo, el edificio se lee como una superposición de pequeñas torres.
De gran sinceridad constructiva, la escalera que comunica las zonas comunes es de hormigón visto. La barandilla se ha construido con redondos de acero.
Las viviendas albergan espacios únicos y de gran personalidad. Son estancias donde la vieja estructura convive con la nueva, pensadas para todo tipo de familias y necesidades.
Dentro, algunos paramentos replican los muros de ladrillo encalados en blanco de la fachada original. Así, el acabado que combina a la perfección con el resto de materiales elegidos –ladrillo visto, hormigón y madera–.
Unos grandes ventanales y las dobles alturas generan un interesante juego de vistas y perspectivas cruzadas entre las distintas estancias.
Las amplias terrazas recorren la cubierta, prolongando los espacios interiores hacia un exterior ajardinado que se abre al entorno. El resultado, un proyecto que reúne tradición y modernidad en Colonia Roma
Fotografía: Imagen Subliminal (Miguel de Guzmán y Rocío Romero)