Mónica Bedmar, fotógrafa y directora de arte.
Mónica Bedmar, fotógrafa y directora de arte que ha trabajado entre otros para Kinfolk y Oysho, habita el espacio con la misma sensibilidad con la que dispara las fotos de una campaña o toma notas en un cuaderno. Si hay algo que sorprende al entrar en su casa, hablar con ella, o repasar sus trabajos, es la unidad. Cada detalle cuenta una historia, en cada esquina, todo está mágicamente en su sitio sin que nada parezca demasiado estudiado. En las notas de la pared, en los detalles en las estanterías, en su escritorio, lo que encontramos es vida.
Vida es también lo que rebosa su obra, fotos naturales que cuentan una historia, un estilo de vida, la pasión por las pequeñas cosas. Mónica honra cada objeto que retrata convirtiéndolo en un momento animado y pausado al mismo tiempo. Podríamos vivir en cada una de sus postales.
¿Cuales han sido los momentos clave en el desarrollo de tu identidad como fotógrafa/creativa?
Creo que la identidad es algo que vas forjando desde que naces. Cuando te haces mayor puedes tomar algunas decisiones o interesarte conscientemente por según que ámbitos o disciplinas, pero desde luego tu familia, tu ciudad, tus experiencias, esas que no controlamos y que son fruto del azar son las que más repercuten en nuestra identidad y por tanto en nuestra manera de ver o entender el mundo y en mi caso expresarlo a través de la fotografía. Si pienso en esos momentos creo que me quedo con la decisión de irme al extranjero con 24 años y al volver sentirme fuera de todo. No tenía casa ni trabajo, no sabía lo que quería exactamente pero algo me decía que necesitaba desconectar de las ciudades y conectar conmigo misma. Me fui a una casa que mis padres tenían cerca de la playa, estuve haciendo fotos, paseando, escribiendo y sobreviviendo trabajando de lo que encontraba. Tenía muy pocos gastos y pude permitirme explorar lo que sentía. Abrí el blog, empecé con proyectos personales y un día me llamó la antigua agencia dónde trabajaba en Holanda. Era el director de arte con el trabajaba entonces, me dijo: He puesto unas fotos tuyas de referencia para un moodboard de un cliente y se ha enamorado. Quiere que las próximas fotos de la campaña de Verano las hagas tú. Ahí cambió todo. Me dio mucho vértigo pero acepté. Le tengo mucho cariño a esa campaña, y aunque ahora seguramente lo haría muy distinto aprendí mucho, sobretodo a como manejar tus miedos.
¿Qué parte del desarrollo de un proyecto disfrutas más?
Muchas veces podría parecer que no preparo nada para un shooting. No llevo más que un libreta con algunas anotaciones que muchas veces ni abro. Pero los días antes en mi cabeza está llena de imágenes, imagino lo que me gustaría fotografiar, las posturas, los colores, la luz. Así que cuando me encuentro en el lugar muchas veces recreo imágenes que ya he imaginado y allí las voy perfeccionando. Aún y así siempre se improvisan cosas, descubres un ventanal, un mueble con el que no contabas o la modelo de repente se mueve de una manera especial. Es muy emocionante el momento en el que sabes que tu cámara guarda imágenes con las que estás satisfecho y que sabes que cuando veas en el ordenador vas a decir: voilà! eso era!
¿Tienes más de quince mil seguidores en instagram, qué relación tienes con las redes sociales? ¿Consideras que te han ayudado?
Voy a rachas. Hay temporadas en las que cerraría todo y días en los que no me molestan. Si, me han ayudado a difundir mi trabajo y es una herramienta bastante imprescindible si te dedicas a esto, pero también te hacen perder mucho tiempo en el que podría dedicarme a pensar, leer o crear.
Cuéntanos algo que hayas hecho «a pesar» del miedo y que hoy agradezcas a tu “yo” del pasado.
Decir no a un trabajo que me ofrecieron. Era finales de verano y me llamaron para un puesto en un canal de televisión. Era una buena oportunidad, pero no dije nada ni a mis padres ni a nadie, yo justo había acabado la universidad y quería viajar y tener experiencias fuera. Algo me decía que no podría realizarme hasta donde quería si lo aceptaba. La verdad es que puede sonar utópico, pero siempre pensé que una oficina con un horario fijo me angustiaba. Y poco a poco fui encontrando un sitio intermedio. Al principio trabajando de cosas que no eran «de lo mío» pero que me daban dinero y me permitían tener tiempo para desarrollar proyectos personales. Trabajé varios años durante temporadas de verano, mientras mis amigos estaban de vacaciones o en la playa. Trabajaba muchas horas, iba a la playa, salía con amigos y dormía poco. Ahora no creo que lo aguantara! Pero ahorré y pude organizarme para vivir durante el invierno algo apartada en sitios que me inspiraban y me dejaban tiempo para hacer lo que me gustaba.
¿Cómo influye tu vida en tu obra?
No distingo una cosa de otra. No separo mi vida con la manera que tengo de fotografiarla. Creo que una cosa se va nutriendo de la otra y van formando una única visión. Lo que leo, lo que vivo, mis amigos, mi familia, lo que siento, eso es lo que inspira mi manera de ver a través de una cámara.
¿Y cómo integras tu creatividad en tu vida?
Lo de la creatividad es tan relativo… Mi madre muchas veces me dice: es que eres tan creativa! Y no sabe que mucho de lo que soy y de como lo hago es gracias a ella, a como me ha enseñado a ser paciente con el mundo, a observar y a no esperar a hacer las cosas para recibir cosas a cambio, sino por el puro placer de hacerlas. Y ella, que se considera muy poco creativa es el tipo de persona que hace de semilla para que según que proyectos puedan ver la luz. Así que creo que la creatividad se integra sobretodo a través de la armonía que tienes con las personas que te rodean, sin esa paz es muy difícil crear nada.
¿Qué necesitas de tu entorno para trabajar?
Me gusta tener orden alrededor. Me da paz y tranquilidad mental.
¿Qué es lo último que has visto/oido/leído/… y te ha inspirado?
Lo último que he leído es un libro de Doris Lessing al que le tenía muchas ganas: Canta la hierba, la historia de una mujer en la África colonial. La literatura me inspira a menudo, y las historias de mujeres particularmente.
Dinos un libro, un artista y un lugar que te hagan vibrar.
«Cartas a un joven poeta» de Rilke, la fotógrafa Uta Barth y el Empordà.
Queremos agradecer a Mónica Bedmar el tiempo que nos ha dedicado para poder realizar esta entrevista. Podréis saber más sobre ella y sus proyectos visitando su web.
Entrevista, fotografía y textos equipo Slowkind
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