Construida desde el reciclaje en Utrecht.
El diseño espacial de la casa corrió de la mano del propio Bruggink y su novia, quienes partieron de una nave rectangular de ladrillo de 15 x 7 metros y 5,5 metros de altura, con 5 cerchas dividiendo el espacio en seis zonas iguales.
Aunque de idénticas dimensiones, las tres franjas en las que se divide la nueva casa tienen características formales y funcionales muy distintas. Así, mientras la primera se ha dejado completamente vacía, en homenaje a la antigua cochera; en la intermedia una escultural estructura divide y a la vez conecta el espacio, alojando en su interior la cocina, un aseo y un cuarto técnico en la planta baja, y el dormitorio con un baño abierto en la superior. A continuación, y orientada hacia la fachada trasera, una segunda escultura unida a la carcasa del edificio, alberga el espacio de trabajo comunicádolo con el resto de estancias de la planta alta por un pasillo que recorre uno de los muros de la antigua construcción.
La cáscara original se ha mantenido intacta, a excepción de la gran ventana panorámica abierta en la fachada trasera para dejar entrar la luz.
Con la idea de partida definida, Bruggink acudió a Wagemans para que le ayudará a diseñar con más detalle a partir de los materiales reciclados de la antigua oficina. Un proceso para el cual no se valieron de planos técnicos, sino de una maqueta de trabajo que desencadenó en el objeto escultórico final. Según cuenta Bruggink «se trataba de utilizar todos los materiales del antiguo edificio de oficinas, sin ninguna excepción», en un proceso en el que la experiencia de Wagemans como diseñador fue fundamental.
«Su habilidad de en el diseño y la construcción de estructuras arquitectónicas y piezas de mobiliario utilizando materiales de segunda mano fue vital» apunta el arquitecto sobre Wagemans, del que destaca su facilidad para buscar y encontrar el material más adecuado para cada pieza. «El aprovechar todos los materiales tuvo como consecuencia la construcción de formas arquitectónicas únicas» afirman los responsables del proyecto, quienes señalan el gran esfuerzo que supuso el dar cabida a todos los materiales de un espacio de cerca de 200 metros cuadrados en otro mucho menor, con apenas la mitad de superficie.
Todo el mobiliario de la casa es obra de renombrados diseñadores holandeses o creado a partir de materiales reutilizados. Entre las piezas destacan la Accidental Carpet, fabricada a partir de viejas mantas por Tejo Remy & Rene Veenhuizen; la Rocking Chair de Dirk van der Kooij, hecha de cajas de CDs; o la Small Case de Wagemans, una vitrina construida de marcos de las antiguas ventanas de las oficinas demolidas. Además de algunos de los ya conocidos Cut Cabinets de Bruggink distribuidos por el espacio.
Construida capa a capa, a partir de materiales sobrantes de las oficinas, la mesa del comedor da vida a un microcosmos que contiene todos los materiales presentes en la casa. Se trata de una de las mesas de Table of House, un proyecto con el que el arquitecto y diseñador construye mesas para casas reformadas empleando únicamente materiales de las originales, dando así una nueva vida a objetos y materiales pasados.
Fotografía: Christel Derksen & Rolf Bruggink