Un edificio de apartamentos donde compartir.
Bajo el nombre de ColiRoma CientoVeinteOcho, el proyecto refleja el vibrante y contemporáneo estilo de vida del barrio en el que se ubica. Una intervención a medio camino entre lo público y lo privado, que genera en su interior un espacio permeable y flexible entre el edificio y su entorno urbano, donde tienen lugar interesantes interrelaciones.
Una vida de barrio con una escala más humana es algo que sin duda todos necesitamos: la vida no sólo tiene lugar en los espacios privados, sino también en los espacios públicos cercanos.
Un espacio para todos
Situado a medio nivel por debajo de la acera, los arquitectos han creado un espacio que puede funcionar como área común para los residentes, o convertirse en galería, foro o centro de interactuación durante el Corredor Cultural Roma Condesa, iniciativa ciudadana con la que se trata de impulsar actividades culturales en las colonias Condesa y Roma de Ciudad de México.
A partir de materiales como la madera, el metal o el hormigón, y jugando con celosías y superficies porosas que generan efectos de luces y sombras, se potencia la relación visual entre los distintos espacios.
Construido frente al edificio, y rodeando dos árboles preexistentes, un banco público de formas orgánicas invita a los peatones a pararse, descansar y disfrutar del lugar.
Las viviendas
Ya dentro, el edificio consta de 8 apartamentos, 2 casas adosadas, 2 áticos, un jardín en la azotea y dos plantas de garaje subterráneo. Organizados linealmente, los apartamentos están compuestos por una secuencia de patios de luz que generan ventilación natural en todas sus estancias y dan lugar a vistas y perspectivas cruzadas.
Con muy distintas distribuciones, en su interior podemos encontrar desde un estudio-loft en la primera planta, hasta un espacio abierto a doble altura que acoge el salón y el comedor de uno de los apartamentos situados en la planta cuarta. Ordenados en dos niveles y orientados dos a la calle y dos a los patios de luz interiores, las casas adosadas y los áticos mantienen la transición espacial entre dentro y fuera que caracteriza la intervención. Con 6 áreas privadas y un spa, el jardín de la azotea anima y facilita la interacción entre los vecinos.
La configuración de la fachada revela el interior del edificio, que reserva la franja central para los apartamentos de dos plantas, ocultando el estudio-loft tras una fachada de estaño con frases escritas que señalan el acceso peatonal y rodado. Un material que, también utilizado en el voladizo de la terraza que ocupa la última planta, se combina con paneles laminados perforados deslizantes y marcos de aluminio negro en las ventanas; todo ello sobre la retícula de hormigón visto que define el edificio.
La intervención deja vista la estructura de pilares metálicos pintados de negro y los forjados, en chapa corrugada u hormigón; así como las instalaciones de todas las zonas menos las de servicio.
Fotografía: Rafael Gamo (cortesía de v2.com)