Una pareja jubilada y una casa tradicional en el Empordà.
Los propuetarios de esta casa, una pareja recién jubilada, había decidido pasar el mayor tiempo posible del año en esta casa de veraneo situada en este particular enclave que permite, gracias a su elevación, que todas las viviendas disfruten del típico paisaje ampurdanés.
El encargo trataba de recuperar y poner en valor unas vistas que se habían perdido debido a una pequeña ampliación y una antigua zona de piscina en desuso. Aprovechar la pendiente del terreno era una oportunidad que permitía revitalizar la zona más noble de la parcela, desdibujando los límites entre interior y el exterior. Un nuevo confort visual era posible en la casa.
Por otro lado, la casa había sido diseñada para el disfrute de la familia en los meses de verano y vacaciones, pero era demasiado grande para vivir en ella todo el año.
Mesura propuso adaptar la planta baja con acceso al jardín y recuperar la cocina olvidada, ya que contaba con otra de mayores dimensiones integrada en la planta noble del primer piso. De este modo, la planta baja sería el nuevo corazón de la casa.
El proyecto planteaba una rehabilitación completa de la cocina, con una apertura total a la terraza adyacente y el añadido de un pequeño espacio cubierto con aberturas practicables que permitiesen su uso como comedor de uso diario y pequeña sala de estar.
Esta cocina estaba cerrada al exterior, salvo por una pequeña ventana, y cubierta por una magnífica estructura de bóveda catalana que descansaba sobre muros. Así pues, parecía inmediata la necesidad de abrir la cocina con una nueva ampliación que aprovechara la bóveda y enlazara las dos estancias con la propia naturaleza de la estructura de la vivienda.
Años atrás ya se había construido un pequeño porche adyacente a la fachada que había sido uno de los espacios más utilizados por la familia durante las calurosas tardes de verano. Este detalle fue una muestra del camino a seguir para la rehabilitación: había que potenciar ese pequeño módulo para crear un nuevo núcleo de comedor/sala de estar interconectado con el porche y prolongarlo de forma homogénea con el jardín.
Tanto a nivel estructural y de costes, como, sobre todo, de impacto visual – la finca está protegida según el Plan de Ordenación Urbana Municipal-, esta pequeña intervención era una excelente solución, pues no incurría en una volumetría añadida, sino que más bien redibujaba y completaba la propia fachada, antaño muy fracturada e irregular.
Continuar la línea de fachada permitía aprovechar una antigua pilastra y ahorrarse todo el esfuerzo de cimentaciones teniendo en cuenta la complicación de tiene una planta sótano. De esta manera, el proyecto era capaz de generar una cubierta sin la necesidad de colocar ningún pilar, apoyando una estructura unidireccional sobre la pilastra existente.
La unidireccionalidad permitió tener una total flexibilidad en el forjado de cubierta, generando dos alturas muy diferenciadas: la primera a 2,20m para comprimir el espacio de acceso y encontrar una escala más humana para el comedor; la segunda buscaba la máxima amplitud espacial (3,5m) para generar un lucernario y un contacto con el exterior.
Por lo tanto, la propia estructura generó y resolvió la formalización del proyecto, con un su resultado muy estético.
El uso de interiores de generosas dimensiones abiertos al paisaje en su totalidad ha permitido potenciar la relación con el exterior y experimentar, así, una relación diferente con la naturaleza de Sant Mori.
No sólo se han mantenido las cualidades espaciales existentes de la vivienda que la dotan de una enorme personalidad, sino que se han potenciado. De esta manera, la nueva reforma no compite, sino que refuerza su identidad originaria.
