De visita con Houzz en el piso de un cosmopolita polifacético.
De un vistazo
Quién vive aquí: La vivienda ha sido diseñada por un piloto que posteriormente la vendió
Situación: Barrio de Justicia, Madrid
Superficie: 240 metros cuadrados
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A Jaime Lacasa le apasiona decorar casas. Tanto, que cuando las acaba no puede evitar desear empezar otra vez, así que tiene que venderlas. Por suerte, ha hecho de esta adicción una profesión, que calma a través de su empresa de interiorismo Scooter Designe. Esta vivienda se encuentra en la madrileña calle Argensola, en un edificio de principios del siglo XX.
Ya el recibidor es una buena carta de presentación del resto del piso: amplio, elegante, original, luminoso y ecléctico. Unos adjetivos que, como vamos a ver, podrían aplicarse a todo el proyecto, desde su entrada hasta la última habitación.
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Además de su inmejorable situación, el piso cuenta con una superficie de 240 metros cuadrados y una generosa altura libre. La distribución destaca por su carácter abierto, dividida en dos zonas: una más pública, donde se encuentran la entrada, varios salones y una biblioteca, y otra más privada, con dos dormitorios y los baños. Una gran cocina funciona como enlace entre estos dos mundos.
La casa refleja en todos sus rincones las múltiples influencias e intereses de este polifacético y cosmopolita diseñador. Por ejemplo, baldosas hidráulicas marroquíes sirven para definir el volumen de la chimenea del salón. En torno a ella, conviven con sorprendente armonía paneles de madera y espejos procedentes de la India, sillas de director de cine, un sofá clásico e incluso unas antiguas cubas de vendimiar que hacen las veces de maceteros.
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La luminosidad es otra de las características principales de la vivienda. Para conseguir que la luz natural inundara todas las estancias se eliminaron particiones innecesarias. Las que se han creado, como la de la biblioteca, destacan por su carácter transparente. El pavimento de pino, recuperado de un derribo, aporta unidad a todo el conjunto.
De hecho, en la reforma de este piso centenario se puso especial énfasis en abrir las habitaciones oscuras a la luz. Jaime Lacasa lo ha logrado mediante paredes de cristal y estructuras de hierro pintado de negro, que resaltan el carácter clásico y señorial que presenta el edificio en el que se encuentra la vivienda.
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La cocina constituye el gran corazón de la casa, ya que hay que atravesarla para pasar a la zona más privada. A diferencia de las otras estancias, en las que domina un sugerente color verde agua, en este caso se ha elegido el gris ceniza para revestir sus muros.
El mobiliario de la cocina fue diseñado a medida por Jaime Lacasa y realizado en hierro. Su estética de aires industriales combina a la perfección con la pareja de taburetes altos vintage en acero cromado y cuero Les Arcs, diseño de Charlotte Perriand.
La gran estantería de madera pintada de gris es sin duda la protagonista indiscutible de la cocina. Completamente abierta, exhibe sin pudor la vajilla formada por piezas heredadas junto a otras coleccionadas a lo largo de los años por el dueño de la casa.
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Esta zona cuenta con un aseo de dimensiones reducidas, en el que tres aspectos contribuyen a percibirlo como más amplio. En primer lugar, la presencia de la luz natural que se filtra por la ventana. Luego, la elección de un inodoro suspendido, que parece más ligero que un modelo con pedestal y a la vez permite limpiar más cómodamente el suelo de la sala. Y, por último, la pintura en dos fases: negro para la zona inferior, verde menta para la superior.
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El dormitorio principal destaca por su excepcional carácter abierto. Jaime Lacasa ha recurrido también en esta parte de la vivienda a uno de sus materiales favoritos, el hierro, para crear junto con el vidrio esta elegante y espectacular celosía que separa y une a la vez el dormitorio y el pasillo.
La cama se apoya sobre un zócalo realizado con madera reciclada, que hace las veces de mesilla. El resto de la decoración se compone de la misma equilibrada mezcla de objetos vintage, étnicos y clásicos que caracterizan a este personal interiorista.
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Gracias a este elemento divisorio cambiante, que se abre y se cierra a voluntad, la zona de paso se puede convertir en una prolongación de la habitación, todo ello bañado con la luz natural que entra por los ventanales del dormitorio.
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