Cuando 150 años no es nada. La silla Thonet, vista por Houzz.

Hoy te traemos un didáctico artículo de Houzz, escrito por Pepa Casado, sobre la que podríamos catalogar como la SILLA, con mayúsculas. La primera que se fabricó en serie y que se considera como precursora del diseño industrial.  Sí, hablamos de la famosa Thonet, creada hace más de 150 años y que sigue tan fresca y actual como el primer día.

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Silla Thonet: El clásico que esconde una importante lección de diseño

La silla número 14 hoy se conoce popularmente como la silla Thonet, en honor a su creador y a la empresa familiar que actualmente continúa fabricándola. Aunque ha pasado más de siglo y medio desde su invención, conserva una apariencia muy contemporánea y es una de las sillas más admiradas de la historia del diseño industrial por su confort, sencillez de recursos y diseño excelente.

La silla Thonet ha estado presente en nuestras casas desde hace generaciones, pero también en pinturas tan famosas como el cuadro Moulin Rouge de Toulouse Lautrec. En este artículo ahondamos en la figura de Michael Thonet, uno de los diseñadores de muebles más importantes de la época moderna, y en una de sus creaciones más conocidas.

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6 piezas de madera, 2 tuercas y 10 tornillos. Estos son todos los componentes de la silla Thonet número 14, uno de los iconos del diseño de muebles más reconocidos de la historia, sobre el que Le Corbusier dijo: “Nunca se ha creado algo tan elegante ni tan bien concebido, con una ejecución tan precisa, ni tan práctico”. Asimismo importantes figuras actuales, como Konstantin Grcic, se han rendido ante sus encantos: “Es una de las sillas más hermosas que existen”, ha dicho de ella éste diseñador alemán que creado algunas de las más importantes de la historia reciente del diseño.

El secreto de su éxito reside en su confort y en que se trata de un diseño simple y elegante, lo cual ha convertido esta silla en un clásico atemporal presente en nuestras casas de generación en generación. Ya en 1867 obtuvo un reconocimiento a nivel internacional al ser galardonada con la medalla de oro de la Exposición Mundial de París. Desde entonces, su popularidad no ha hecho más que ir en aumento.

Michael Thonet, el Henry Ford del mueble

El segundo motivo fue por la introducción de sistemas de producción en serie que no requerían operarios cualificados. Así fue como la firma consiguió un producto de rápido montaje y muy asequible económicamente: en su época se vendía por 3 florines, algo menos de lo que costaba una botella de vino.

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Sistemas de producción y envío revolucionarios

El método de fabricación ideado por Thonet utilizaba listones de madera de haya calentados a 100°C y prensados en moldes de hierro fundido. Finalmente se secaban a una temperatura de alrededor de 70°C durante 20 horas. Thonet tomó prestadas estas técnicas de la industria naval y las trasladó a la fabricación de muebles. De esta forma consiguió piezas más ligeras, lo cual era esencial para reducir los costes y para obtener un producto fácil de transportar y más cómodo para el usuario final.

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Thonet creó por otro lado un diseño especialmente pensado para que el producto se pudiera transportar de la forma más eficiente posible. Así, en una sola caja de un metro cúbico se podían almacenar 36 sillas desmontadas, que se ensamblaban al llegar al punto de venta. Esta fue la clave para que la silla número 14 llegara de forma fácil y barata a todos los rincones del mundo.

Conviene también saber que a Michael Thonet se le ocurrieron algunas de sus mejores ideas en épocas no muy afortunadas para él, de hecho algunos años antes se encontraba arruinado. Pero trabajando para el carpintero Franz List aprendería una filosofía de ahorro de costes que posteriormente fue lo que llevó a introducir toda una serie de conceptos innovadores en sus propios diseños.

Cómoda y práctica hasta nuestros días

Aunque también hay una versión con el asiento contrachapado, la versión más conocida es la de rejilla. Una esterilla de fibra natural cosida sobre un bastidor que aporta un aspecto cálido y liviano a la silla. Esta decisión se produjo por dos motivos. Primero, porque era más ligera y fácil de transportar. Pero el más importante fue para sustituir al asiento tapizado, que se limpiaba mucho peor si se manchaba al comer o si se derramaban bebidas. Y es que precisamente a esta pieza también se la conoce como silla bistró, ya que el prototipo definitivo se realizó para el café Daum de Viena.

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Aunque este clásico siempre ha estado entre los imprescindibles, en los últimos años ha vuelto a resurgir con fuerza y actualmente se encuentra disponible en múltiples versiones monocolor. Son ideales para hacer juegos cromáticos con el interiorismo y están disponibles en una gama tonal muy amplia. Aportan un toque clásico, tradicional y a la vez contemporáneo.

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Aunque existen muchas copias, el modelo original mantiene su forma prácticamente inmutable desde sus orígenes, lo que reafirma la calidad del diseño. Se la reconoce por su característica curvatura y la pieza en forma de aro que une las cuatro patas. Hoy se llama 214 y se sigue fabricando en madera de haya. Existen diferentes versiones con y sin apoyabrazos, con respaldo abierto o cubierto y con el asiento trenzado en mimbre, tapizado o en contrachapado moldeado.