Vila Isolina: cambiar todo para que nada cambie.
Vila Isolina necesitaba por tanto nueva vida: nuevos colores, más luz, y más fluidez. Sin embargo, su carácter, su personalidad, y los recuerdos familiares son tesoros invariables que no habría que cambiar. Así que la apariencia a primera vista de la casa no ha sufrido grandes cambios, sino que es perfectamente reconocible para los que la han ido viendo desde su construcción, con el lavado de cara que era necesario para adecuarla a los tiempos y que en algunos rincones se hacía tan necesaria.
Las estructuras del tejado, el porche y los techos han sido renovados, los marcos de las ventanas arreglados, y en la distribución una pequeña habitación ha desaparecido para ganar espacio en el salón, ahora conectado con la cocina. Uno de los baños ha sido rediseñado, y se le ha añadido otro, además de más escaleras y otra cocina pequeña.
Otra clave de la rehabilitación ha sido la reutilización: las puertas correderas de la cocina eran originalmente las del salón, la bañera es la original pero liberada de baldosas recuperando así su estética clásica, las baldosas del mismo baño se han usado para ampliar el suelo de la cocina; y el fregadero y la encimera de la cocina vienen de otra casa que los había desechado en favor de algo más moderno. Un trabajo más bien de arqueología en el que sacar a la luz el encanto más vintage, sin duda.
El mobiliario ha sido otra emocionante tarea de recuperación. Todo él es el original, añadiéndole alguna pieza de Ikea o de segunda mano.
Fotografía: A Caixa Negra