¿Un animal? ¿Un traje maorí?… todo y nada de eso es The Belly of the Beast.
De esta manera, el exterior del edificio se revistió con tiras de neumáticos a modo de tejas, colocándolas al revés y en capas, para crear una superficie con una inusual textura que se mueve cuando se toca.
Pasados doce meses de su construcción, The Belly of the Beast se desmontará y estos elementos serán enviados a una trituradora de neumáticos, para ser posteriormente reutilizados como pavimento en la zona de doma de una escuela de equitación local, ya que las virutas de este material son muy adecuadas para los caballos.
El edificio tiene una forma estrecha y piramidal. Una puerta en la base conduce al interior, en el que una zona de estar rodea una pequeña barbacoa, cuyo humo se escapa por una abertura en la cima del techo que hace las veces de chimenea.
A diferencia del exterior de caucho negro, el interior de la torre se ha pintado de color rojo brillante y cuenta con un pavimento de cortezas de madera teñidas también de rojo.
Una escalera apoyada contra la pared permite a los ocupantes subir hasta una ventana oculta a media altura y contemplar el entorno rural, que incluye el viñedo vecino de Brick Bay. Unos pilares rojos inclinados estabilizan la estructura.
La torre fue construida fuera de las instalaciones para asegurar un montaje fácil. Cinco componentes modulares prefabricados se ensamblaron con una grúa.
La ‘follie’ es vaga en sus referencias, su forma recuerda a la piel de un animal, a la ropa tradicional maorí, o podría ser también un ‘primo espinoso’ de una torre de ladrillo existente en las inmediaciones. Para sus autores es todo y a la vez, nada de eso.