La pintura metafísica de Chirico, eje de este espectacular apartamento.
Su objetivo es que el visitante tenga al cruzar la puerta la misma sensación que Alfred Hitchcock cuando visitó la ciudad italiana por primera vez, en 1960: “Es bastante misteriosa e intrigante, parece prometedora y como si algo fuese a suceder de repente en cualquier esquina de las calles”. El reto es alto. Juzgad vosotros si lo han conseguido…
Ahora bien, Andrea y Adelaide no debían olvidarse del propósito principal: acoger bajo un mismo techo las necesidades de una familia de edades diversas. En concreto tres generaciones: el abuelo, el padre y sus tres hijas. Conseguir espacios privados que convivieran con una rutina familiar. Y, por otra parte, atender los requerimientos específicos que solicitaba cada miembro sin olvidar el contexto de la casa.
El apartamento, de 250 metros cuadrados, forma parte de un edificio construido en la década de los treinta del siglo pasado y el estudio no quería perder esa referencia, al contrario, su intención era potenciarlo aunque la casa hubiera perdido casi todas sus características originales.
La clave para ‘meter’ a toda la familia dentro fue que «pudieran moverse fácilmente» explican desde el estudio. Los dormitorios se encargan de la privacidad, y luego están los espacios compartidos diseñados “en idiomas que mantienen lo más querido y, al mismo tiempo, estimulan la interacción entre las diferentes generaciones a través de características arquitectónicas inusuales e inesperadas”.
¿A qué se refieren con esto? Al hecho de haberse inspirado en la pintura metafísica, y por ende en la en la arquitectura racional que influyó al creador de este movimiento, Giorgio de Chirico.
Por ejemplo, las cornisas de yeso que enmarcan el techo se reproducen en nuevos modelos que identifican las funciones específicas de cada espacio, independientemente de las configuraciones de las paredes.
De Chirico, por su parte, destacó por hacer que cualquier objeto tuviese un significado poético así como convertir la fantasía en realidad. De modo que las distorsiones de perspectiva del techo en el comedor, creado con estucos y fondo de pantalla, rinden homenaje al lenguaje onírico del artista.
El pintor es conocido por los retratos de ciudades italianas, de las siempre remarcaba las perspectivas de la calles o las columnatas vacías. Todo esto también se puede ver en el trabajo de UdA. Por ejemplo, la pieza de yeso en la entrada que evoca al pórtico artesonado de Via Roma, donde está situado el apartamento.
También en los patrones geométricos de las barras de metal de las habitaciones. O en el uso de materiales diferentes para reproducir diferentes proporciones. O alterando la percepción del espacio: las estanterías de vidrio o la micro-arquitectura del dormitorio que se presenta como una especie de clasicismo re-encontrado.
Colores pasteles y sombras fluorescentes conviven por su parte con los objetos y el mobiliario de diseño contemporáneo firmado por nombres tan potentes y diversos como Jean Prouvé, Gino Sarfatti, Alessandro Mendini o Tom Dixon.
Fotografías: Carola Ripamonti