Art of Mind: sencillez y armonía para tratar la mente.
Una consulta psiquiátrica basada en la sensación de protección y calma. Así nace el diseño de Art of Mind, de Susanna Cots, en la que la mente y los sentimientos forman parte del interiorismo por ser lo que se busca solventar entre sus paredes.
El concepto de diseño del centro parte de la sensación de abrazo, de protección y envolvimiento, un espacio donde sentirse cómodo y a gusto. Susanna Cots ha trabajado con especial delicadeza la distribución de espacios, la iluminación y la armonía visual, con el objetivo de transmitir a los pacientes “la sensación de estar en el lugar adecuado”.
Esa sensación de seguridad se quiere conseguir mediante el uso de materiales con gran simbolismo y fuerza, como la madera noble. Dos grandes cubos distribuyen el espacio: el primero da la bienvenida a las personas en la entrada y las acompaña hacia el segundo, que se sitúa en el despacho central, donde se centra toda la comunicación y que cruza la pared de la sala de espera.
El blanco y la limpieza visual a lo largo de toda la consulta tratan de aportar «oxígeno, calma y serenidad», en palabras de Cots. Para ello se ha querido salir de la formalidad esperada en una consulta con una mirada orgánica: la que se encuentra en el despacho principal, donde se ha diseñado un espacio para reuniones y visitas médicas colectivas y en el cual se ubica un pequeño jardín vertical que aporta la dosis de “oxígeno” que desprende este proyecto.
Por otra parte, como pieza escultórica y haciendo referencia a la especialidad del despacho, se ha diseñado en madera la palabra MIND. El gran foco de interés del interior ejerce de separador y, a la vez, comunicador visual de todo el espacio. El juego de luces y sombras que aporta esta pieza con el sol es mágico.
Para el mobiliario se combinan diseños específicos para la clínica y algunos must de todo interior con gusto. Las butacas de la sala de espera, de Ikea, no desentonan con las sillas Eames escogidas para los despachos, que se acompañan de lámparas Tolomeo. El escritorio es de Actiu.
Fotografías Mauricio Fuertes