Entre el Este y el Oeste. NBK Residence 2, un ático en Beirut.
El proyecto lo firma Bernard Khoury, en colaboración con la plataforma DW. El mismo arquitecto es también el autor del edificio donde se sitúa este triplex-a partir de la novena planta-, que se separa visualmente del resto de la finca por su forma. De hecho, más que un ático podríamos llamarlo ‘una casa encima de un edificio’.
Otra peculiaridad es que, en lugar de mirar hacia el Mar Mediterráneo, como buscan la mayoría de los áticos de la capital del Líbano, éste le da la espalda y mira hacia una ciudad en proceso de transformación con la suficiente altura para divisar las montañas del Chouf y la gran carretera que une la ciudad con Damasco.
El acceso a la vivienda marca toda la experiencia que ofrece la casa. La entrada se sitúa en el centro, en el mismo núcleo que conecta todas las partes de las plantas y que no es otra cosa que una escalera en forma de espiral. Puesto que la escalera recorre los doce metros de altura del ático hasta la claraboya, el recibidor se convierte en un espacio abierto y dramático.
Cada planta se divide según su función. Las partes más públicas de la casa quedan a la derecha de la vivienda, y las partes privadas a la izquierda.
En la primera planta está el salón por una parte, y la cocina y el dormitorio principal por otra. En la segunda planta, hay dos habitaciones más y su ala derecha es una galería perimetral que da al salón de la primera planta.
Así, el salón tiene doble altura, con una fachada completamente periférica. De las tres otras paredes, dos se han destinado a biblioteca y se accede a ella a través de la primera planta o la segunda. La última planta alberga un estudio o habitación para invitados a la izquierda y el jardín con piscina a la derecha.
El proyecto se llama NBK Residence 2 ya que existe un primero NBK, que se concibió hace doce años. Contamos esta anécdota porque este segundo ático es, según el estudio autor del mismo, el resumen de algunos de los experimentos que han ido haciendo en otros trabajos. En especial, en materiales: a través de los años se han dedicado a reinterpretar materiales tradicionales, dándole mucha importancia a los acabados artesanales.
Para esta última vivienda han vuelto a contactar con sus artesanos habituales y juntos le han dado personalidad a la casa con los revestimientos de madera, las estructuras de acero y las molduras de yeso.
La madera recubre prácticamente toda la casa, desde el suelo hasta el techo. El puente de rejilla de acero para la galería de la segunda planta también cuenta con una balconada de cristal. Y por último está la pieza del techo del salón. Su función es doble: ornamentar el espacio al estilo de las molduras y cornisas tradicionales y, por otra parte, albergar los sistemas de ventilación y aire acondicionado.
Por supuesto, está hecho con yeso, como toca, pero en lugar de dejarlo en su color habitual, el blanco, lo han pervertido pintándolo de negro con el fin de darle un aire más contemporáneo. El propio estudio define el resultado como “una especie de objeto extraterrestre en la azotea”.
Por último, otro detalle a destacar son las dos antenas que surgen en el exterior. Albergan el equipamiento de iluminación de la terraza pero recuerdan a dos proyectores. Desde allí arriba puede que lo vean todo, pero está claro que el edificio tampoco pasa desapercibido desde la calle.
Fotografías: Bernard Khoury y Ieva Saudargaite