Música en la arquitectura: la casa para una violinista en Málaga.
La pequeña escala del trabajo acometido, consistente en la reforma integral de una vivienda entre medianeras con parcela propia, determinó el máximo vaciado posible de su interior, para poder incorporar en el volumen útil de la nueva vivienda los espacios perdidos de la casa original sobre el falso techo y bajo el forjado sanitario. Esta operación ha permitido desarrollar el programa funcional en dos niveles, obteniendo así una superficie interior de 85 m2 y exterior de 80 m2 con el nuevo nivel principal de la casa a la cota inferior del patio-jardín de fondo de parcela. Se mantiene la llegada a través del porche delantero a la cota original, convertida en nivel intermedio donde se sitúa la sala de música. Desde este nivel de llegada, se accede a los niveles superior e inferior.
«Con un solo movimiento de arco, un virtuoso de violín es capaz de producir un sonido mantenido durante sesenta segundos. En el espacio de ese tiempo, la nota musical fluye del instrumento sin alteraciones, de forma constante, sin aumentos de intensidad ni caídas». Trasladada a la arquitectura, esta condición de continuidad, mediante la cual el espacio se articula sin rupturas, fue una cualidad de proyecto solicitada por los clientes, lograda creando un espacio continuo en el interior.
De este modo, las estancias se definen sin confinarse, manteniendo relaciones abiertas entre ellas, capaces de evolucionar con la vida de sus dueños. Además, el clima mediterráneo de la ciudad de Málaga permite extender el espacio interior de la casa a los espacios exteriores que se incorporan como nuevas estancias. Sin ir más lejos, la cocina ocupa el jardín, como un pequeño pabellón aislado; la circulación en anillo a través de ella conecta el jardín con el salón, y la galería verde con el dormitorio infantil. Para solucionar la comunicación entre el patio, la cocina y el salón, convirtiéndolos en parte integrante de la casa la mayor parte del año, se ha empleado la carpintería metálica de Kawneer.
El objetivo es una casa «que se viva bien en el día a día», en palabras de OAM. Una casa para habitantes que gustan de la vida natural, la comida sana… en la que el cuerpo se encuentra en su elemento andando descalzo sobre un pavimento continuo de resinas de poliuretano. Un hogar en el que se pueda circular libremente y en el que sólo están cerrados los dos baños por intimidad y el cuarto insonorizado de música junto a la entrada. Se ha reducido por tanto el ruido visual al máximo, evitando aporte de materiales o soluciones constructivas excesivas. Se busca el silencio. La vida será la que pondrá la música.
Fotografía: Jesús Granada