Philippe Starck presenta Miss Kō, un espacio delirante en el corazón del lujoso distrito octavo de París.
Miss Kō es la anfitriona de este espacio que lleva su nombre y encarna el «espíritu del lugar». El propio Philippe Starck nos introduce en el universo de Miss Kō de la siguiente manera: “Algunas veces los sueños son febriles, locos, extraños. Uno se despierta diferente, deslumbrado por lo que ha vivido allí, aliviado también de despertarse, triste por no estar seguro de poder retornar. Miss Kō es exactamente eso, una fantasía creada desde cero, un cadáver exquisito y asiático, un collage loco que transporta al espectador a una lejana corte de los milagros situada en el universo de Blade Runner, en el que reina una locura sin límites creativos, donde los artistas no tienen barreras, y donde la tecnología muestra un emocionante mañana en el que la industria se convierte en arte. Miss Kō reina sobre un universo anárquico de cocineros que aúllan en el vapor de su cocina, de bidones de lejía, de frescos con imágenes acuáticas, de teteras monstruosamente grandes y demasiado brillantes. Una profusión de signos incomprensibles, quizás asiáticos, Una exageración infinita de pantallas de información, o de desinformación … En el mundo de Miss Kō, nada es normal, nosotros incluso tampoco, porque todo es contagioso…”
Con una banda sonora compuesta por Orsten Karki, Miss Kō se desenvuelve en un interior vibrante y colorido que recuerda a sus tatuajes. El negro y los colores brillantes se combinan a través del mobiliario y de los elementos tradicionales asiáticos.
Entre las piezas diseñadas especialmente para Miss Kō figura una inmensa barra de 26 metros de largo alrededor de la cual los clientes se sientan a comer. Se trata de uno de los elementos centrales del proyecto, y está formada por 25 pantallas que transmiten de forma continua las noticias de Asia, que se sincronizan a través del fugaz paso de un dragón creado en colaboración con el estudio de video arte Label Dalbin. Esta barra simboliza el espíritu del lugar, el intercambio amistoso y el deslumbramiento hipnótico que se produce entre los clientes.
Uno de los muros exhibe un monumental fresco del iconoclasta artista David Rochline, quien ha desarrollado en esta obra su exuberante y detallado universo gráfico, plagado de personajes que parecen extraídos de un manga futurista, y que evocan también el espíritu de los papeles pintados.
El espacio cobra vida además gracias a la proyección en el muro de hormigón de diferentes rostros asiáticos que se funden entre sí, añadiendo una nueva dimensión a este mágico lugar. El diseño de Philippe Starck se enfatiza inteligentemente gracias a la labor del artista de la iluminación Jean-Philippe Bourdon, que juega con las sombras distorsionando la proporción de los espacios.
