Casa Potxonea, la nueva ‘ingrávida’ sede del departamento de Cultura del Ayuntamiento de Usúrbil.
Uno de los objetivos principales del proyecto fue maximizar la calidad de los espacios incluidos en el programa propuesto por el ayuntamiento. Para ello se decidió minimizar el espacio asignado al núcleo de comunicación vertical (ascensor y escalera) alineándolo con la fachada norte para liberar las zonas con mejor iluminación y vistas.
Además, para reducir el espacio ocupado en planta por la escalera se optó por acortar la altura que debía salvar generando espacios a diferentes cotas utilizando rampas interiores en los espacios de transición.
Para mejorar la calidad de los espacios interiores, se trató de potenciar la comunicación visual/espacial entre plantas y espacios de la misma planta haciendo que la luz natural llegara a la máxima superficie posible para tratar de ampliar la percepción de los espacios más reducidos.
El diseño de la envolvente del edificio materializa otra de las premisas del proyecto, que ha sido la de integrar la rehabilitación en su contexto, definiendo un espacio único que proporcione una lectura continua entre preexistencia e intervención.
De esta manera, frente a los pequeños huecos del muro de carga de la fachada que se mantiene, los nuevos huecos se han diseñado más amplios para poder conseguir una iluminación natural más eficiente.
Al mismo tiempo, y tratándose de un edificio cultural vivo, se pensó que sería interesante mostrar al exterior lo que estuviera ocurriendo en el interior.
Por otra parte, este reparto de huecos no alineados verticalmente reforzaba la ingravidez del nuevo volumen.
El callejón de 1,7 m de ancho que separaba a Casa Potxonea del edificio contiguo se ocupó únicamente en planta baja, ya que dicha construcción contaba con ventanas que daban al pasadizo en las plantas altas.
Para marcar su preexistencia y su continuidad se plantearon cierres vidriados que unieran visualmente las dos plazas entre las que se sitúa y que hicieran visible el acceso del edificio desde ambos extremos.
La envolvente exterior de madera está tintada de negro, y en la zona de acceso del edificio la madera se deja con su acabado natural.
Este acabado natural continúa en el interior del edificio en toda la longitud del callejón. Con este sencillo recurso, y retrasando la carpintería de la puerta de entrada, se consigue una zona de acceso cubierta bien definida que destaca entre el resto de aberturas de la composición de fachada.
Fotografías: Jorge Allende. Texto de Arantza Álvarez