Una escuela en Zaragoza inspirada en el cuento de Pinocho.
Los estudios de arquitectura de Santiago Carroquino y Gravalos & Di Monte han concebido una escuela en un parque de Zaragoza desde un enfoque paternal en el cual el resguardo frente a la hostilidad ajena se traspone en ternura lumínica en el interior enfocado al lúdico patio tutelado.
En toda la redacción de este proyecto se ha querido jugar con un romántico recuerdo de la infancia de los arquitectos redactores del proyecto. El cuento de Pinocho y su pasaje en el interior de la ballena, han sido el leitmotiv de la composición volumétrica.
El casco histórico de Zaragoza, su barrio más antiguo, demandaba este tipo de dotación desde hace tiempo. La escuela en el parque, emplazada en el Paseo Echegaray y Caballero dentro del actual parque de San Pablo y anexa tanto a las instalaciones de la jefatura de Montes como en la proximidad del río Ebro, se sitúa en un entorno idóneo para recoger el encuentro de los más pequeños con la enseñanza.
La clave del diseño ha sido un profundo respeto por el entorno, tenido en cuenta además como uno de los valores a enseñar a los menores como nuevos miembros de la sociedad.
La cubierta es la superficie más visible de la edificación, y una de las fachadas importantes de esta. Es por ello que se adopta la cubierta vegetal como piel superior, beneficiándose no solo de sus cualidades estéticas sino también de las mejoras térmicas y acústicas que genera.
Se vislumbra por tanto la continuidad entre cubierta ajardinada y parque anexo como elementos generadores de calidad visual y ambiental ante la construcción en bloque de un barrio que ofrece su cara a la regenerada ribera del río Ebro.
La construcción genera confort ambiental gracias a mecanismos de arquitectura bioclimática: muros de doble inercia térmica (interior-exterior), acumuladores solares en cubierta para calefacción y ACS, carpinterías con rotura de puente térmico, control de soleamientos, etc.
Las fachadas que generan los volúmenes responden con claridad a su contenido y posibilidad interior, cerrando el bloque de servicios, y abriéndose en toda su extensión el área de aulas al parque.
Es esta última fachada la más significativa del conjunto pues trata de condensar en ella la esencia de la implantación de un programa cultural infantil en una zona verde, combinando sutiles transparencias con carpinterías de formalización arbórea.
Si bien la escuela se presenta como una pieza orgánica, no por ello se ha abandonado la prefabricación como método de control y celeridad en la ejecución de la obra.
Se ha aplicado una línea de nivel permanente a 1,20 metros, fijando una posición “no al alcance los niños”, reflejando con claridad los criterios de limpieza y fácil mantenimiento que se utilizan. Los acabados interiores se diferencian al situarse debajo o encima del nivel 1,20m.
El programa educativo se orienta al futuro parque resolviéndose en cuatro módulos: sala multiusos, lactantes (4-12 meses), alumnos 12-24 meses y alumnos 24-36 meses. Articulando la entrada como unión de todos ellos y actuando de barrera respecto a los bloques de viviendas se sitúa la batería de espacios anexos, oficinas e instalaciones que permiten el correcto funcionamiento de la escuela.
Otra característica del proyecto es la versatilidad y plurifuncionalidad de las aulas. Se separan mediante sistemas de tabiquería móvil que permiten la unión de las dos aulas de misma edad en una, posibilitando un programa educativo diferente y apto para más alumnos. A esta disposición se han adaptado los cambiadores, aseos y dormitorios que funcionan bien para las aulas estándar como para la fusión de estas en una.
