Alemagou de K-Studio, un refugio del tórrido verano griego en la arena de Mykonos.
Alemagou es un bar y restaurante integrado hasta el más mínimo detalle en las arenas de la playa Ftelia, en Mykonos. Nada está puesto al azar en este espacio, creado por el equipo de K-Studio.
Realizado con técnicas de construcción ancestrales en la isla, Alemagou (que significaba “¡por fin!” en el antiguo Mykonos) se ha inspirado en los elementos arquitectónicos típicos de la zona, como la pátina blanca de las construcciones, las casas empinadas, las paredes de piedra que aíslan del tórrido calor en verano, que alcanza los 40 grados con facilidad, y del fuerte viento en invierno, que convierten esta playa en un paraíso para los amantes del surf.
Todos estos elementos tradicionales están combinados aquí con formas orgánicas contemporáneas que aportan un toque vanguardista.
Para preservar a los comensales del calor, K-Studio ha ideado una cubierta realizada a base de cañas colgantes, de 60 centímetros de espesor, que un tupido engranaje pero permiten circular el aire y mantener fresco el ambiente. Durante el día, tamizan la luz del sol, proporcionando un ingenioso juego de luces y sombras.
Al caer la noche, la luz de unas calabazas vaciadas hechas a mano continúa animando la cubierta con el vaivén de las cañas, creando una atmósfera envolvente. La calabaza como lámpara ha sido tradicionalmente un elemento creado en la antigüedad por las personas más humildes, que carecían de recursos para adquirir lámparas industriales.
Todos estos elementos convierten Alemagou en un amplio laboratorio de diferentes texturas, a las que se une en su carta la cocina tradicional griega y cócteles de lo más original.
Los diseñadores han apostado por la continuidad de los espacios. Por eso, se ha planificado una fila ininterrumpida de mesas que inician su camino en el restaurante y atraviesan el bar hasta la arena. Este circuito tampoco es casual y la continuidad permite disfrutar de las vistas de la playa y de la puesta de sol durante la cena.
El principal reto de los diseñadores ha sido la indómita climatología de la zona, con fuertes vientos y altas temperaturas diurnas. Así, “más que intentar bloquear los efectos de estas fuerzas naturales, el diseño les da la bienvenida, potenciando sus cualidades y dejándolas que inspiren e interactúen con él”, explica el arquitecto Dimitris Karampataki.