El aire «construye» el nuevo espacio de la Galería Elvira González de Madrid.
En este nuevo proyecto de la Galería Elvira González ha habido un deseo de renovación, de cambio, de evolución respecto al anterior espacio -que tenía una escala más palaciega y doméstica- hacia una propuesta más pública, más abierta y más generosa, con más zonas dedicadas a las exposiciones y más amplitud para el equipo de trabajo. Al mismo tiempo no se ha dejado de lado el espíritu de reafirmación y continuidad de la extraordinaria trayectoria que tiene esta galería.
En el espacio que se diseñó hace 15 años se consiguió dar una cierta transparencia a la zona administrativa y al backoffice: quedaban a la vista, pero todavía estaban detrás de las salas de exposición. En la nueva sede se ha dado un paso más allá al llevar toda esta parte -de producción, de representación, de trabajo, de ilusión y de esfuerzo- a la entrada, otorgándole una mayor presencia ya que los visitantes, literalmente, la tienen que atravesar. Así el producto, el fin concreto que la gente viene buscando, las salas de exposición, se encuentran más protegidas, con otra iluminación y otro carácter, menos dibujadas.
Hay una voluntad casi ideológica de dar transparencia a cómo se trabaja, a qué es una galería. Más al tratarse de una como ésta, que ha tenido varios espacios, replanteándose en cada ocasión qué es una galería, cómo debe de ser y cómo se debe representar.
Así el reto ha sido saber transmitir ese carácter singular de las propias galeristas: su manera de estar, su manera de ser, su manera de comprometerse con los artistas, de manejar el arte, su sentido de comunidad en la zona de trabajo… Todo esto sin que contamine la zona de exposición, que no debería respirar esa personalidad, sino que el artista se exprese en ella.
En el diseño, el autor ha reflejado sus ideas sobre lo que debe ser una sala de exposiciones, en la que lo más importante no es el espacio; si no la obra mostrada. Defiende que se debe trabajar sin detalle, con otras manifestaciones de la arquitectura, sin simbolismo ni retórica, tratando de obviar el lenguaje, ya que para Marcos Corrales, el lugar del lenguaje es otro.
En este proyecto ha tratado de contener el aire para hacer desaparecer la envolvente que lo formaliza, dificultando así su capacidad de evocación. Una especie de noción de lugar, sin representación.
Estos conceptos se materializan a través de la elección de los materiales. De esta manera, el material del exterior es la fachada del propio edificio histórico, respetada íntegramente. El acceso se conforma como un embudo de acogida, donde la galería muestra su corazón; su material es la transparencia y la generosidad.
El material de las oficinas son el dibujo y la geometría que perfilan el mobiliario que acoge las distintas funciones. El material de las salas es el aire, que permitirá la interrelación entre las obras expuestas. Dos elementos unifican el conjunto: la especificidad de la luz y la iluminación, y un pavimento continuo y claro cuya intención es desaparecer.
Hermanos Álvarez Quintero 1
28004 Madrid
T. 91 319 59 00
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Lunes – Viernes: 10:30 – 19:30h
Sábados: 11:00 – 14:00h