La casa de Wienberg Architects en Aarhus; una cálida vivienda surgida de la tierra.
Tablones de madera teñidos de negro revisten sus fachadas, y la villa se abre a su entorno a través de huecos estratégicamente situados, con el doble propósito de integrar la naturaleza en el interior, así como crear un acogedor espacio privado.
En contraste, en el interior se ha utilizado hormigón pulido para los pavimentos, y algunas habitaciones se han pintado en blanco, pero los espacios principales se han revestido con tablas de roble natural tratadas con aceite.
Este material contribuye a crear una atmósfera cálida y acogedora, vinculando estas estancias con el espacio del jardín.
El dormitorio principal se abre a un pequeño patio interior, mientras que la cocina, el estudio y los dormitorios conforman el resto de la planta baja.
Una escalera que en su parte inferior define una estantería arranca desde la sala de estar hasta el primer piso, que cuenta con un gran estudio y una terraza que también tienen vistas al jardín.
Más que un gran panorama, los autores han buscado que a través de las grandes ventanas se perciba una dinámica variedad de puntos de vista interesantes, que introducen un ambiente único en las diferentes estancias. En éstas, el mosaico natural del follaje filtra la luz y crea cambios en los patrones de sombras.
Los arquitectos quisieron con este proyecto hacer realidad su sueño de “casa en el bosque”. El edificio parece crecer entre la rica vegetación de pinos y rododendros, y da la desconcertante impresión al espectador de que sencillamente ha surgido de la tierra. El jardín se estructura orgánicamente, pero claramente definido por los parterres enmarcados con cortezas de árbol.
La casa recibió el Premio de Arquitectura de Aarhus en el año 2008.
Fotografías: © Mikkel Mortensen