Recursos imprevistos en este cálido refugio pirenaico, obra de Molins Interiors.
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El enfoque del interiorismo de la vivienda claramente invernal a modo de “refugio de montaña” intimista y acogedor, surge del hecho que es una segunda residencia que se aprovecha exclusivamente durante la temporada de esquí. Para ello, Molins recurrió a una paleta cálida, en tonos tierra, con el marrón grisáceo de las paredes como protagonista. El protagonismo de la madera y la elección de los tejidos, simulando pieles, contribuyen a aumentar la sensación de calidez.
Otra de las fuentes de inspiración fue la naturaleza que rodea la casa y logra “integrarse” en todos los ambientes interiores. Para acompañarla, se escogieron tapicerías que imitan la piel animal, como la de zorro en las sillas del comedor o la de vaca en los pufs que cierran el salón. Piezas como la tosca mesa de centro, realizada con un tronco de árbol, los cantos rodados de río o la cabeza de alce que luce en la pared de la chimenea, realizada en madera natural, aportan una nota más sugerente y personal.
A nivel arquitectónico, la acción principal de la reforma fue eliminar el tabique divisorio que separaba la cocina del salón comedor, para conseguir que este espacio proyectara una sensación de mayor profundidad visual.
Para equipar la cocina, se eligió un mobiliario de diseño muy actual, de la línea Molins Cocinas, con acabado negro brillo y tiradores rústicos, realizados con troncos. Un elemento de contraste más en un interior intencionadamente inusual.
Fotografías de Jordi Miralles, cortesía de Molins Interiors.
Molins Interiors
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