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Adiós a la belleza perfecta. El feísmo irrumpe para cuestionar «el buen gusto»

La actual tendencia hacia el feísmo en el diseño de productos e interiores representa una ruptura radical con los cánones tradicionales de belleza. Mientras el minimalismo sigue siendo popular, cada vez más personas se sienten atraídas por un estilo que celebra lo caótico y lo imperfecto como una forma de expresión auténtica.

Durante años, lo bello ha sido visto a través de una lente eurocéntrica. El racionalismo y el equilibrio eran claves a la hora de alcanzar la perfección. Sin embargo poco a poco vemos cómo las personas cambian su actitud ante lo que se considera canónicamente bello para volverse más inclusivas y despreocupadas. El feísmo irrumpe así como una vía de escape a discursos que categorizan y encorsetan.

Anna Fixsen via Midjourney

Y es que la fealdad no es simplemente lo contrario de la belleza —que está sujeta a leyes, es bastante estable y es, en palabras de Umberto Eco, «aburrida»—. Lo «feo» es una construcción cultural flotante, un poco como la definición de suciedad como «materia fuera de lugar». Puede asociarse a cualquier cosa rota, deformada o marginal. Pero también podemos ver cómo puede ser acicate de progreso.

El Teléfono Langosta de Dalí, «invitado de honor» en la exposición Objetos de Deseo del Museo del Diseño de Londres

Solo hay que pensar en el arte surrealista o la arquitectura brutalista. Una ruptura creativa con las convenciones de belleza del momento que agitó lo considerado como buen gusto y que acabaron viéndose como una genialidad.

Evolución de un estilo

Actualmente, el feísmo nace de una necesidad de romper con la imagen de perfección asociada a las redes sociales. Tras años consumiendo un mundo digital saturado de imágenes pulidas y filtros embellecedores, el feísmo es una manera de rebelarse contra las expectativas de perfección. Impulsado por la Generación Z, el feísmo da alas a un estilo que celebra lo caótico y lo grotesco como una forma de expresión auténtica.

«The Popping Sound of Bubble Wrap» son una serie de esculturas funcionales de Ilaria Cavaglià Smeet, quien da valor al materiales poco nobles como el plástico de burbujas, el poliestireno y el cartón de embalaje desechados.

Un movimiento que sin duda reinterpreta el concepto de belleza al explorar una estética que, en lugar de eliminar las «imperfecciones», las enfatiza y celebra.

Intervención artística de Guillermo Santomá en la residencia madrileña del Marqués de Cerralbo

«A medida que crece la fatiga estética, un mayor número de nosotros rechazaremos la categorización del estilo (se acabaron los «-core») en favor de poseer lo que realmente nos haga felices» dice Agus Panzoni, ex trend researcher en WGSN y creadora de contenido en TikTok (@thealgorythm)

Una nueva mirada a los materiales

Un estilo que no solo permite a los diseñadores explorar nuevas posibilidades visuales, sino que también encarna una reacción directa contra el consumismo y la homogeneización de los estilos de vida.

En el proyecto Let’s (Not) Kick Butt (India), de Sachi Tungare, las fibras de acetato de celulosa de los cigarrillos desechados se convierten en jarrones o posavasos de colores jaspeados y formas únicas

Con un fuerte mensaje anticonsumista y ecológico, muy relevante para una generación preocupada por el cambio climático y la sostenibilidad, esta «fealdad consciente» valora lo imperfecto y lo extraño, y ensalza productos de apariencia viscosa, formas asimétricas y texturas inusuales, que encuentran belleza en materiales y técnicas menos convencionales. Un estilo que plantea un enfoque más consciente de los residuos, donde todo se reutiliza y cada elemento se convierte en una pieza de arte conceptual y funcional.

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