Claudina Relat: “En la zona rural necesitábamos un espacio propio para poder tener voz”
La presidenta de la Demarcación de las Comarcas Centrales del Coac reflexiona sobre los retos que deberá abordar el sector lejos de las grandes capitales, diseñando un plan que deberá pasar por la igualdad de género, la sostenibilidad y las nuevas tecnologías.
Lejos de la gran masa poblacional de las grandes ciudades del país, la realidad de la disciplina arquitectónica choca con diferentes trabas administrativas que dificultan el desarrollo del sector. Claudina Relat, presidenta de la Demarcación de las Comarcas Centrales del Colegio de Arquitectos de Cataluña (Coac), reivindica el papel de las zonas rurales para conseguir trazar una panorámica completa de la disciplina. La arquitecta, que también cuenta con un estudio propio en Manresa (Barcelona), aboga por desarrollar un plan futuro que tenga en cuenta la sostenibilidad, la integración de las nuevas tecnologías y la igualdad de género.
Pregunta: ¿Las zonas rurales siguen capeando más trabas respecto a las grandes ciudades?
Respuesta: Nuestro caso ilustra perfectamente esta situación. La Demarcación de las Comarcas Centrales del Coac es muy joven: nos separamos de Barcelona hace seis años justo para dar respuesta al problema del suelo rústico que padecen las ciudades medianas y todo el espacio que no forma parte del contexto urbano. Cuando pertenecíamos a Barcelona, nuestras demandas no acababan de materializarse y era muy difícil generar proyectos. Entendimos que necesitábamos un espacio propio para poder tener voz. El suelo rústico implica muchas trabas administrativas, sobre todo desde el 2010, cuando se modificó la ley y este asunto quedó muy limitado. No puede ser que, antes de rehabilitar una masía, tengas que esperar casi dos años para obtener una licencia.
P.: ¿Las nuevas tecnologías que se van incorporando al sector cuentan con el apoyo de las instituciones?
R.: Estas herramientas, sobre todo la Inteligencia Artificial, han revolucionado el mercado a una velocidad nunca vista. Sin embargo, la política nunca da un paso si la sociedad no ha desarrollado un proceso de reflexión y maduración. La responsabilidad de las entidades debe ser la de entender hacia dónde gira la sociedad, no sólo en materia arquitectónica. Es importante que hagan esta reflexión para que se empiece a legislar: va parte del futuro de nuestras profesiones. Antes que nada, debemos conocer de qué estamos hablando y a qué nos enfrentamos.
P.: Respecto a esta nueva manera de entender la arquitectura, ¿se está perdiendo el factor humano dentro del proceso creativo?
R.: La Inteligencia Artificial está dirigida por la estupidez humana. Existe un cambio y debemos poner límites para reflexionar sobre la autenticidad de los productos que genera esta herramienta. Debemos controlar el software, pero también es indispensable repensar las profesiones: se automatizan muchos procesos y esta circunstancia puede generar una desocupación repentina. En la arquitectura, como seguimos construyendo de manera muy analógica, esto nos ha afectado poco. Las nuevas herramientas nos dan la posibilidad de trabajar mejor y de manera más rápida, pero aunque tengamos que repensar algunas cuestiones será mucho más fácil hacerlas encajar.
P.: ¿En qué sentido se ha visto afectada la imaginación de las nuevas generaciones con la llegada de las nuevas tecnologías?
R.: La creatividad es una cuestión muy compleja que es muy complicado llegar a definir. Aunque la tecnología parezca que nos lo da todo hecho, detrás palpitan ideas y conceptos de una arquitectura ya construida. No dejan de ser imágenes de referencia. En cualquier caso, debemos regular este nuevo mundo, porque sino las nuevas generaciones crecerán con una dependencia sobre el espacio virtual que a veces trasciende la dimensión física. Además de ser lugares en los que mandan las empresas privadas, son espacios que no tienen los límites claros.
P.: ¿La accesibilidad en materia arquitectónica se ha visto beneficiada tras el paso de la pandemia?
R.: La sociedad no ha dejado de cambiar y hemos alcanzado una sensibilidad que aboga por defender que no todo el mundo es una persona independiente y sin problemas. Existen muchas necesidades para ocupar el espacio. La sensibilidad de promotores, arquitectos y diseñadores se ha asentado dentro de nuestra mentalidad, y esto antes no existía. Estamos avanzando: desde 2012, toda vivienda es practicable.
P.: ¿La sostenibilidad se integra en todos los proyectos de manera transversal?
R.: Los objetivos para 2030 marcan gran parte de la agenda. La pandemia nos ha dado una visión de arquitectura y salud que antes no teníamos. Muchos arquitectos practicábamos los principios sostenibles, pero la sociedad no había acabado de entender la importancia de la arquitectura sobre la salud. Con la IA y la igualdad de género, este es el tercer gran reto que tenemos por delante. Con la ayuda de los Next Generation, la profesión se está especializando en el cálculo de la eficiencia energética, y estamos formando poco a poco a la sociedad. Si en perspectiva de género dimos un gran paso hace unos años, en este aspecto también debemos hacerlo.
P.: ¿La función social de la disciplina es compatible con la vertiente estética?
R.: La estética es fruto del consenso social: las tendencias las acaba marcando la sociedad. Todo va cambiando. Los nuevos retos nos abren la mirada a cosas sobre las que antes no estábamos acostumbrados, y necesitamos tiempo para reflexionar sobre cómo podemos adaptarlos. La juventud cada vez aprieta más en este aspecto.