¿Racionalismo constructivo de los 50? Adéntrate en él en la Editorial Gustavo Gili
La antigua sede de la editorial Gustavo Gili es un gran ejemplo de la arquitectura catalana de los años cincuenta, construido siguiendo el ideario racionalista y que se ha mantenido intacto hasta hoy, protegido como bien de interés local.
Nueva vida para un referente cultural de Barcelona
Un icónico edificio de Barcelona ha abierto sus puertas con motivo de las fiestas de la ciudad. La antigua sede de la editorial Gustavo Gili, adquirida por el Ayuntamiento de la ciudad a finales de 2021 por 9,7 millones de euros para convertirlo en un centro de cultura y educación y sede del Instituto de Cultura de Barcelona (Icub) y el Instituto Municipal de Educación, es un referente del racionalismo constructivo de los años 50 del siglo pasado.
No es la primera vez que el edificio abre sus puertas al público, pero sí una de las pocas. Entre febrero y julio de este año, el inmueble albergó una exposición sobre arquitectura de posguerra y también se abrió a visitas durante la Nit dels Museus de la ciudad, que tuvo lugar en mayo.
Historia de un referente
Según recoge el Ayuntamiento de Barcelona, a mediados del siglo XX las sedes de varias editoriales se emplazaban en el barrio de la Nova Esquerra de l’Eixample. Entre ellas, la Editorial Gustavo Gili, que proyectó y construyó un edificio que, en 1961, un año después de su inauguración, fue distinguido con el Premio FAD de Arquitectura.
La antigua sede de la Editorial Gustavo Gili fue obra de los arquitectos Joaquim Gili (sobrino del fundador de la editorial) y Francesc Bassó, que proyectaron un edificio donde se contraponían los volúmenes geométricos y rectilíneos en el exterior con las formas curvas del interior.
Como resultado, después de siete años de trabajo continuo y más de doscientos planos y borradores, consiguieron uno de los ejemplos de arquitectura racionalista más destacados de la ciudad de Barcelona.
Situado en un interior de manzana, el espacio se planteó como un edificio dividido en tres secciones dispuestas en torno a una rotonda central, que facilitaba la entrada y salida de los vehículos a los almacenes de la editorial. Las tres secciones se vincularon estrechamente a través de patios exteriores ajardinados, creados para mantener la idea inicial del Plan Cerdà de llenar de verde los interiores de manzana.
Estilísticamente, se consiguió conjugar la funcionalidad y la luz natural creando un espacio diáfano con un espléndido sistema de ventilación cruzada, consiguiendo así un lugar de trabajo agradable con una imagen que reflejaba la modernidad del estilo racionalista que Gili y Bassó defendían, y que seguía la línea de lo que había sido el movimiento del GATCPAC antes de la guerra y que en aquel momento representaba el Grupo R, del que ambos arquitectos formaban parte.
Inicialmente el edificio acogió a una plantilla de más de cien personas que disponían de un centro de trabajo específicamente pensado para ofrecerles un confort prácticamente doméstico: chimenea, duchas, comedor, lavandería… todo diseñado en armonía para cuidar la comodidad de los trabajadores.
Incluso la gama de colores y el mobiliario, que todavía permanecen prácticamente intactos, fueron cuidadosamente pautados por los propios arquitectos, siempre enfocados a conjugar diseño y funcionalidad.
División del espacio
Los diferentes espacios interiores dividieron claramente sus usos. Bajo rasante estaban los almacenes, mientras que sobre rasante se encontraban el piso superior, que se reservó para los directivos y salas de reuniones, y la planta baja, que reservó su parte posterior para la administración.
En la parte de delante, justo al cruzar la puerta principal de acceso, estaba la joya del edificio: el gran hall de entrada en forma de U, presidido por la escalera que sube hacia la primera planta, que lo rodea formando una balconada de modo que se crea un techo de doble altura. En el fondo, otro elemento singular: una escalera helicoidal que facilitaba un acceso rápido entre los dos pisos. Este hall se convirtió en un espacio multiuso en el que se celebraban presentaciones, cenas, exposiciones…
Los avances tecnológicos y los cambios en los métodos de trabajo del mundo editorial provocaron un descenso gradual de la plantilla, a pesar de mantener un muy buen nivel de producción. Así, en 2015 la dirección de la editorial certificó que el espacio se estaba desaprovechando y acordó el traslado a unas oficinas de dimensiones más ajustadas a las necesidades del momento. Unos años después, en el 2021, el Ayuntamiento de Barcelona compró el edificio para situar en él el nuevo centro de cultura y educación de Barcelona.
Nuevo plan del Ayuntamiento
El plan para crear un nuevo centro de cultura y educación en Barcelona como equipamiento público de referencia de la ciudad encontró en el edificio de la antigua sede de la Editorial Gustavo Gili su ubicación ideal.
A finales de 2011, el Ayuntamiento de Barcelona llegó a un acuerdo para adquirir el edificio para crear el nuevo Centro de Cultura y Educación de Barcelona, el equipamiento público de referencia de la ciudad.
En palabras del consistorio, el nuevo centro nació con la voluntad de ser un espacio abierto y atención a la ciudadanía y los agentes culturales y educativos y también un espacio para la programación cultural y educativa.
El edificio cuenta en total con 6.800 metros cuadrados de superficie y albergará espacios para la actividad cultural y educativa, además de las oficinas del Instituto de Cultura de Barcelona (ICUB), que actualmente se encuentran en la Virreina, y las del Instituto Municipal de Educación de Barcelona (IMEB), ubicadas en Plaça Espanya, con la voluntad de unir en un único espacio los servicios técnicos cultural-educativos y poder diseñar e implementar proyectos y programas conjuntamente.
La adquisición, por un valor de 9,5 millones de euros, se realizó fruto del acuerdo de presupuesto 2021 que preveía un fondo de 30 millones de euros para la adquisición o rehabilitación de edificios singulares en operaciones que se consideraran de interés para la ciudad.
Actualmente, ya hay espacios del conjunto edificatorio que se han alquilado para usos temporales, como la sede de la Fundación Manifesta en Barcelona o la Oficina de Acceso a la Formación Profesional.