Artchimboldi, un oasis en Menorca para team buildings desestresantes.
Artchimboldi es un idílico oasis en Menorca diseñado por Anna Truyol y la arquitecta Emma Martí. Un remanso de paz para desconectar del día a día, potenciar el espíritu de equipo y reconectar con la creatividad.
230 m2 para volver a conectar
En un cautivador edificio construido en 1900 y completamente abandonado, Artchimboldi ha alzado un nuevo e inspirador espacio creativo al sudeste de Menorca. 230 m2 destinados para acoger empresas que busquen alejarse del ritmo frenético del día a día en un entorno muy consciente y natural.
De esta forma, Emma Martí y Anna Truyol haN creado un oasis colectivo, auténticamente menorquino. Un lugar cautivador en el que reconectar con el propósito y los valores de la empresa, y a la vez fomentar el crecimiento personal de los empleados. A través de la belleza, la humanidad, la sencillez, la funcionalidad y la naturaleza, Artchimboldi recupera el espíritu de equipo y funciona como punto de reencuentro.
Una intervención respetuosa con el pasado
La elección del espacio fue fundamental para el proyecto. Este antiguo edificio abandonado fue la primera escuela de niñas del pequeño pueblo de Sant Lluís. Por eso fue necesario plantear una intervención mínima y respetuosa. Una rehabilitación que hablara de la historia, las vivencias y la esencia de un espacio tan singular.
Así pues, se han mantenido muchos elementos arquitectónicos originales. La distribución de dos plantas, los pavimentos y rosetones, las paredes de marés repletas de imperfecciones o los imponentes techos de 6 metros de altura vestidos con vigas y listones de madera.
Además, los nuevos elementos se funden con los antiguos proponiendo un lenguaje estético muy coherente. Una pizarra de 4 x 4 metros diseñada a medida recupera el alma de la vieja escuela mientras potencia la creatividad, la participación y el trabajo en equipo de los nuevos huéspedes.
Espacios diáfanos, materiales naturales y mucha luz
Este edificio a dos alturas pone en valor sus volúmenes y materiales originales mediante una reforma de conceptos diáfanos. Dos plantas en las que imperan la amplitud y la luminosidad. Estas se presentan como un lienzo en blanco para introducir lo esencial para este nuevo uso.
En la planta baja se encuentran la sala de estar, la cocina y un acogedor patio con una piscina de obra revestida con microcemento. Su interiorismo es el reflejo del lugar en el que se ubica: los aires mediterráneos que impregnan por completo la isla de Menorca.
El mobiliario está fabricado a medida en tonos neutros, la madera, el ratán y las fibras naturales en los textiles y las piezas recuperadas como esa antigua estantería de anticuario que da la bienvenida a Artchimboldi.
Ocho cubos de pino dibujan las habitaciones
La planta superior alberga las zonas de descanso. Ocho cubos de pino de Flandes dan forma a los dormitorios: dos dobles y seis individuales. Estas estructuras están vestidas con futones de algodón y lana ecológica, así como con sábanas y cortinas de lino. Además, están perfectamente equipadas para ofrecer espacios de almacenaje y optimizar así sus usos.
Anna Truyol y Emma Martí apostaron por mantener el pavimento cerámico original del edificio que recobra el universo de aquella escuela.
En definitiva, se ha llevado a cabo una rehabilitación de espacios de trabajo y convivencia cálidos y acogedores que invitan a compartir, a potenciar la creatividad e impulsar los límites.
Fotografía: Pol Viladoms