Casa Dos Irenes, neoplasticismo cotidiano en los Bloques de Bernal.
Número 26, el estudio de diseño interdisciplinar fundado por Miriam Hernández y José Ángel Rodríguez, devuelve el esplendor a una antigua vivienda con una mala reforma de los 70. El trabajo del color, los materiales y la selección de elementos han conformado el discurso plástico de la rehabilitación.
Casa Dos Irenes, por Número 26
Con 85 metros cuadrados, este piso forma parte de las 105 viviendas que componen lo icónicos bloques construidos entre los años 40 y 50 en el centro de Murcia, Bloques de Bernal.
«Irene, la propietaria, quería un espacio donde proyectar su evolución personal y profesional, y vivir junto a su hija, de nombre también Irene», cuentan los diseñadores. Tras la intervención, el espacio original, compartimentado y con muchos metros de pasillo, se ha transformado en una vivienda abierta y luminosa, con un espacio diáfano que alberga estar, comedor y una cocina concebida como el corazón de la casa. Además de un lavadero, dos habitaciones, dos baños, un estudio y un pequeño balcón.
Un presente con guiños al pasado
La transformación se ha llevado a cabo a través de una reforma integral. Ésta ha incluido, tanto la recuperación de partes de la casa que ya existían, como la creación de otras nuevas que parecían haber estado siempre allí.
Manteniendo la mayor parte de la tabiquería original y con la estructura completamente modificada, la intervención abre el interior a la luz natural. Para lograrlo, se han demolido los oscuros pasillos de la antigua distribución y se han conectado las estancias. Además, y para no renunciar al número de habitaciones requerido por la clienta, se han diseñado cerramientos de cristal.
Luz, textura y color
«La luz, las texturas y el color son los protagonistas del proyecto», señalan Miriam y José Ángel. Inspirándose en el año de construcción de la casa, los diseñadores han optado por materiales como el cristal decorativo, el hierro, el azulejo, el terrazo y la madera.
Para los autores del proyecto, «lo atractivo de la intervención reside en la forma en que estos materiales se combinan«. Ejemplo de ello es la curiosa pareja formada por el pavimento de madera natural y el rodapié de azulejo de 15×15 cm. El estudio ha también diseñado el terrazo para la encimera y el revestimiento frontal de la cocina.
El color se materializa a través de murales neoplasticistas que cubren algunas paredes de la vivienda. La paleta incluye, desde tonos amarillos que potencian la luz, a rosas, verdes y grises empolvados que aportan armonía visual y generan una atmósfera onírica.
Mobiliario elegido a medida
Número 26 es también responsable del diseño de parte del mobiliario de la casa. Además de la cocina, con una encimera única, creada específicamente para este proyecto, también son suyas la mesa del comedor, el aparador del estar, el mobiliario de baños y los armarios a medida. Todo ello combinado con piezas recuperadas de la vivienda original, como el espejo, o mobiliario de prestigiosas firmas. Entre ellas, Sancal, con su sofá Copla, Fritz Hansen con las sillas Drop diseñadas para Arne Jacobsen, y piezas de anticuario y de Zara Home.
La intervención materializa la filosofía de trabajo de un estudio que afirma «diseñar experiencias». Sus proyectos, que suponen un reto de conceptualización primero y de creatividad después, giran en torno al color, el arte, la recuperación de espacios y la reutilización de objetos.
Fotografía David Frutos