Estilo monocromo en el interior de una casa de campo.
«Los clientes, un matrimonio con tres hijas adolescentes, querían una vivienda con amplias zonas de estar donde disfrutar con familia y amigos» cuenta Marta Casas. Una premisa a partir de la cual la fundadora de Mimouca Barcelona ha creado un entorno acogedor, donde todos los miembros de la familia pueden disfrutar de su propio espacio de descanso y ocio.
Sobre una parcela de 2.000 metros cuadrados, la casa distribuye sus 900 metros cuadrados de planta en tres plantas. Dividida en dos alas, la principal sitúa comedor-cocina-lavadero en una de ellas, y los dormitorios de niñas e invitados, así como la habitación de juegos , en la otra. Con la suite y un pequeño salón en la primera, el sótano alberga la bodega y la sala de home cinema y billar. Además del garaje, de grandes dimensiones para albergar los vehículos del propietario, dedicado al mundo del motor.
Continuidad cromática
Toda la casa apuesta por la continuidad cromática, el contraste y la calidez. El color visón-marrón que reviste paredes, techos, cocina y armarios, consigue una mayor continuidad y sensación de unidad, convirtiéndose en hilo conductor de la vivienda. Sobre él contrasta el color negro de elementos en hierro, carpinterías exteriores y elementos decorativos como el zócalo de hierro negro. El uso de esparto, madera natural, tejidos de lino y mimbre aporta luz, calidez y frescor a los ambientes.
Cuidadosamente diseñada junto a Punto Luz, la iluminación combina elementos convencionales, como los apliques o las lámparas de pie y de suspensión, con otros más modernos, como la iluminación integrada lineal y los focos de suelo. Aunque de carácter global, al mismo tiempo resalta elementos arquitectónicos como el techo de vigas de madera y las paredes de piedra, y permite crear ambientes diferenciados.
Ocupando un mismo espacio diáfano, recibidor, salón y comedor se abren al exterior a través de generososo ventanales. Aunque ocupando dos niveles, salón y comedor no pierden la continuidad.
Comunicada con el salón-comedor a través de una gran puerta corredera y con salida al jardín, la cocina es diseño de Mimouca. Organizada alrededor de una gran isla central, la distinta altura de los muebles que la rodean permiten distrutar del paisaje desde ella. La campana integrada en techo y los electrodomésticos de Gaggenau aportan calidad al conjunto. En el aseo y lavadero se ha utilizado la misma piedra de Sant Vicens abujardada y tratada que en el resto de la casa.
Abierta al paisaje del Empordà
En la suite principal destaca el gran ventanal esquinero que sobresale de la fachada y abre vistas a los campos ampurdaneses y al Montgrí. Todo el mobiliario está hecho a medida, en la misma línea estética que en el resto de la casa.
Situadas en el extremo de la planta, las habitaciones infantiles y de invitados utilizan la misma estética monocolor que caracteriza toda la casa. El mobiliario a medida en pino dejado de sierra, los tiradores en negro, el suelo de roble natural con nudos conviven con textiles rústicos y lámparas de madera que aportan calidez y luminosidad.
La sala de juegos conecta con el jardín a través del color verde de cojines y butaca de B&B Collection. Su estilo vintage aporta, junto a la mesilla en microcemento negro y latón, un toque sofisticado al espacio.
En los baños, el microcemento es el gran protagonista, que se aplica sobre revestimientos, encimera y ducha, dando continuidad y homogeneidad.
Concebido como un espacio lúdico, el sótano por un suelo de toba tratada en todo el espacio, excepto en el garaje que se aplica una pintura continua. Este último alberga los vehículos del propietario, dedicado al mundo del motor. Con techo en pino dejado de sierra, zócalo negro, pavimento, techo y paredes con el color unificado, como en resto de la casa. Una muy cuidada iluminación, lineal empotrada en techos y paredes bañadas de luz, aporta un aspecto «más vestido».
La volumetría, el uso de materiales naturales y el diseño del jardín hacen posible mimetizar la construcción con el contexto del pueblo de Sant Feliu de Boada y los campos circundantes. «La idea estética era lograr un bosque silvestre en el jardín y construirlo a base de la vegetación que crece en los campos del Empordà, para lograr así una sensación de campo, de naturaleza y libertad«, señala Marta.