Gauthier House: una escultura de ladrillos en Quebec.
Desde la carretera principal una berma boscosa permite que la nueva edificación permanezca invisible ante los viandantes. Ésta crea un filtro visual que hace que la casa vaya apareciendo gradualmente según se acercan a ella. Es entonces cuando descubren un sencillo testero con cubierta a dos aguas, que revestido de ladrillo funciona como fachada de entrada. Sobre él, un arco descentrado da acceso a la vivienda.
Formas geométricas simples
«El gran interés de la propietaria por la pintura minimalista norteamericana influyó en la composición de la planta y la distribución interior, a partir de formas geométricas simples«, cuentan los arquitectos. Los establos europeos y los centros de cría de caballos, otra gran pasión de la propietaria de la casa, inspiraron también el diseño en su fase inicial.
Con planta en forma de V asimétrica, la casa se organiza en dos alas. Una para el garaje y el estudio de cerámica de la dueña, y otra para las estancias propias de la vivienda. Todos los espacios quedan interconectados, a través de un recorrido que fomenta la fluidez visual y espacial. Una «narrativa perceptual», con materiales naturales (ladrillo, cal, madera de roble…) que potencian una atmósfera sosegada y tranquila.
Juego de claroscuros
Ya en el acceso, desde el arco de entrada, se percibe la separación entre el ala que alberga el garaje y el estudio de la artista, y la zona destinada a vivienda. Como un umbral entre las dos alas, el corredor curvo reduce su altura. Oscuro y estrecho, éste contrasta con la sala principal, que situada al final del recorrido alberga las zonas comunes. De techos altos e inclinados, en ella dos ‘velos’ verticales separan cocina, comedor y sala de estar.
Grandes ventanales horizontales y con forma de arco enmarcan las vistas sobre las áreas destinadas a los caballos. Sus variadas proporciones generan una tensión constante entre interior y paisaje.
En el ala que alberga las zonas comunes, lucernarios permiten la entrada de luz y ventilación natural. Los velos verticales que separan los distintos ambientes funcionan como filtros que tamizan la luz. Se genera así una atmósfera brillante y luminosa, que otorga una calidad ‘sagrada’ al espacio.
En el estudio de cerámica, un tercer ‘cañón de luz’ llena de luz natural el espacio.
El carácter escultórico de la arquitectura
«Las superficies inclinadas del techo facetado, combinadas con los velos verticales y los ligeros lucernarios, aportan carácter escultórico, generalmente asociado con el espacio sólido, a un entorno vacío», señalan los arquitectos.
Separados de las áreas vivideras por una sólida pared que alberga almacenaje, los dormitorios y el baño ocupan el extremo interior del ala mayor. En ellas se crea un ambiente mucho más íntimo e introspectivo.
La gran variedad de espacios interiores contrasta con la aparente simplicidad del volumen exterior. El volumen asimétrico, la forma envolvente, el efecto de claroscuro del corredor curvo, las sombras, los umbrales, los huecos y los materiales construyen una atmósfera única, que no oculta la lógica estructural de la casa.
Fotografía: Maxime Desbiens y Juliette Busch (cortesía de v2com)