Un apartamento de montaña con capacidad de multiplicarse.
la reforma, firmada por el estudio de Pedro Feduchi, lo ha transformado en un contenedor mucho más práctico, moderno, luminoso y acogedor. Y lo mejor: le ha regalado la valiosa capacidad de multiplicar sus metros útiles.
Ahora el apartamento es capaz de acomodar situaciones muy diferentes. Desde un tranquilo fin de semana para los dueños a la multitudinaria invasión-viaje de esquí de sus hijos. Todo ello conservando la idea de refugio y con una personalidad, ahora, mucho más contemporánea.
Concepción artesanal
El estudio, dirigido por los arquitectos Pedro Feduchi y Juan Gimeno, tiene sede en Madrid. Su forma de trabajar se plasma en la concepción casi artesanal de sus proyectos. Ello significa que evitan las soluciones estándar o preconcebidas con el objetivo de crear espacios «a medida» para sus clientes.
Plan ambicioso
Y, así, estas cualidades se evidencian en este apartamento. Aquí, las necesidades del cliente eran ya de por sí un punto de partida muy ambicioso. Un apartamento de apenas 90 m2 útiles con el siguiente programa: amplio salón con chimenea y TV para hasta seis personas; zona de comedor con mesa ampliable (hasta 10 comensales); pequeño estar para dos en planta superior (con vistas); dormitorio principal con baño en suite… Y además, la necesidad de albergar hasta ocho personas y a todos sus equipos de esquí.
Nueva distribución del apartamento
La solución requería de una distribución completamente nueva más ordenada y minimalista, que aprovechara todo el espacio disponible incluso en las áreas con cubierta inclinada. Con esa idea se reordenó la planta y se creó un espacio central dispuesto a dos alturas, conectadas visualmente entre sí. Se hace a través de dos huecos, muy poco aprovechados, en las zonas bajas de la planta superior.
La escalera original se ha sustituido por una nueva escalera-elemento escultórico y divisorio que limita hall y estar. Se refuerza así la sensación de espacio continuo conseguido con las dobles alturas.
El espacio central de la casa acoge la zona de estar, comedor y cocina en un ambiente único pero con áreas diferenciadas. Desde aquí se accede al resto de las estancias: dormitorio en la planta principal y “dormitorio refugio” en la planta superior.
La cocina ocupa una de las esquinas del espacio central. Pensada como una cocina mínima, cuenta con todo lo necesario para dar servicio a una comida familiar. Su lacado turquesa le da una gran presencia visual, haciendo contrapunto a la imagen predominante de cabaña de madera.
El dormitorio de planta superior tiene el techo abuhardillado con vigas de madera (retoma la idea de refugio de montaña). En él pueden dormir hasta cuatro personas y tiene un gran armario que aprovecha la parte baja del tejado y en el que se ocultan dos de las camas cuando no se usan. Para conseguir dar cabida a ocho usuarios en temporada de esquí, aparte de la cama principal y de las cuatro camas del dormitorio-refugio se integran dos camas adicionales más.
Mucho más que un sofá, a medida
Con esta idea se diseñó un sofá a medida que podía ser transformado en cama en caso de necesidad. El diseño consiste en un tablero con perforaciones sobre el que se colocan varios cojines y tres cajas, estos elementos se pueden configurar para hacer dos sofás con reposabrazos o dos camas con mesillas de noche. Debajo del tablero se dispusieron cajones de almacenamiento para guardar la ropa de cama que permite revertir el improvisado dormitorio a su estado original de salón con el mínimo esfuerzo.
La capacidad de almacenaje era otro de los aspectos funcionales que se pretendía mejorar, para ello se dotó de un gran armario de tres cuerpos a la entrada del apartamento, en turquesa, continuando con la imagen de la cocina y en el que se daría cabida a las prendas de montaña.
La capacidad de este gran armario sumado a los múltiples que se disponían aprovechando las zonas bajas (cabecero en dormitorio principal, cajones en sofá a medida y gran armario en dormitorio-refugio) son suficientes para almacenar tanto la ropa de cama como las maletas de los viajeros.
Hágase la luz
En esta reforma se prestó especial atención a la iluminación. Por un lado, se mejoró la iluminación natural añadiendo aperturas en el tejado con ventanas Velux y pintando el techo de blanco (dejando las vigas en su color original, como recuerdo del estado anterior). Por otro lado, se trabajó con la iluminación eléctrica dotando a la vivienda de luces indirectas, con tiras ocultas entre las vigas y proyectores que tienen la función de enfatizar los cambios de materiales.
También se ha realizado una cuidadosa selección de las lámparas como la del comedor DISA, un clásico del diseño catalán diseñada por José Antonio Coderch en madera y editada por Tunds, que aporta su calidez al espacio.
El resto del mobiliario y equipamiento trata de reforzar un atmósfera acogedora y luminosa, como es el caso de la estufa, de la firma danesa Scan, o las butacas Slow, de los Bouroullec para Vitra. Son piezas que dan confort y sensación de hogar al estar. El aparador y la mesa extensible, de Ethnicraft y las sillas de plástico de colores distintos de Normann Copenhagen, personalizan el alegre comedor.