Hawkers Madrid: Del bit al átomo con CuldeSac.
Mármol y acero inoxidable son los materiales escogidos para recrear la cuidada experiencia de compra que la firma quiere ofrecer a sus clientes, en su primer espacio no virtual. En esta nueva aventura trata de extender su concepto de calidad y precio justo – que le ha llevado a vender gafas de sol en más de 50 países – también al sector de las gafas graduadas.
El nuevo establecimiento cuenta con 150 m2 distribuidos en tres plantas, a las que se ha querido dotar de una personalidad y una funcionalidad totalmente definidas, que se complementan para hacer de este espacio un trampolín que permitirá a esta marca nacida en Elche seguir evolucionando sin perder ni un ápice del atrevimiento, la innovación y la rebeldía que le han caracterizado desde sus comienzos.
La planta de acceso se ha ideado para optimizar la venta rápida de producto. El mobiliario a medida acelera la selección, prueba y venta, desdramatizando el proceso de compra.
Las baldas expositivas retroliluminadas acercan las gafas al cliente, permitiendo apreciar y tocar el producto. De esta manera se favorece un intercambio mucho más inmediato, que elimina las barreras de las ópticas clásicas, en un proceso que se basa en entrar/querer/comprar/salir. El espacio “pretende poner en valor el ritmo frenético de la compra online: experiencias cortas en un espacio cualitativo lleno de movimiento” comentan los diseñadores.
La escalera construida con luz y color invita a descubrir la planta superior, a la vez que conserva la esencia puramente digital de esta enseña. En este piso se vive una experiencia totalmente diferente, convirtiendo el asesoramiento personalizado en un acontecimiento social de interacción, con espacios que propician la ‘selfie opportunity’.
Haciendo un guiño a su entorno -la tienda se encuentra en el número 17 de la calle Carretas- y recogiendo el encanto de los bares más castizos del centro de Madrid, se ha diseñado el glass bar. Esta estancia con estética moderna potencia los contrastes clásicos de Hawkers, y permite a un especialista «servir consejos frescos» para encontrar la gafa adecuada, convirtiéndose en un maestro de ceremonias de un ritual que se celebra alrededor de una barra.
Es en esta planta donde se integra además una de las principales novedades de la marca y una apuesta que amplía el rango de actuación de Hawkers en el negocio de la óptica: las gafas graduadas. El espacio de medición visual es un silencio dentro de la tienda. Se pierden los límites y la luz juega un papel fundamental para convertir la experiencia en otro momento inolvidable. El revestimiento en paredes y techo, con el blanco como total protagonista, refuerzan el carácter tecnológico y singular de la estancia.
Por último, en el sótano se esconde un espacio privado. Un lugar flexible para el personal pero que también está preparado para acoger cualquier tipo de evento. Una estancia a la que sólo darán paso de forma excepcional a los eventos de una marca que se caracteriza por ofrecer lo inesperado como sello de la casa.
Toda la tienda guarda una estética que, sin desligarse en ningún momento de la esencia Hawkers, ofrece una imagen diferente e innovadora, lista para seguir el ritmo de una marca que no da señas de frenar su imparable crecimiento.