Casal Balaguer, disfrute cultural para los ciudadanos de Palma.
La primera premisa de los arquitectos fue trabajar con todo lo heredado, sin conceder prioridad a ningún periodo. Las huellas que el tiempo había impreso en el edificio fueron objeto de un minucioso estudio que permitió a Flores & Prats + Duch-Pizá infundirle nueva vida por medio de un proyecto que es respetuoso con todas las condiciones pre-existentes, mientras que al mismo tiempo es capaz de desencadenar fascinantes transformaciones y posibilidades para los nuevos usos.
Se decidió dar acceso a zonas que permanecían cerradas y se diseñó una nueva circulación a través del edificio para adaptarlo a su nuevo uso público. La nueva circulación, que relaciona estructuras que datan de diferentes épocas, debía de ser muy intuitiva, y permitir el fácil desplazamiento por el edificio a pesar de su compleja geometría. En el nuevo programa, la planta baja configura la entrada al nuevo Centro Cultural, con la recepción, la cafetería y la sala de exposiciones repartida en dos plantas. El piano nobile se convierte en el museo del palacio, y la última planta aloja los talleres de impresión del Círculo de Bellas Artes de Palma y una sala de conferencias.
El uso de la luz es uno de los elementos más significativos de este proyecto de rehabilitación. La luz diurna guía a los visitantes a través del edificio, y las diferentes formas de canalizarla subrayan las diferencias entre las distintas partes del edificio.
Flores & Prats + Duch-Pizá han tratado en todo momento que no se perdiera la complejidad y el misterio que envuelven a esta construcción. Rodeado por un minúculas y estrechas callejuelas, da la sensación de que el edificio está enterrado, de que se está en el interior de un montículo de tierra y la superficie está muy por encima. Las cubiertas se convierten de esta manera en el nivel principal de la construcción, una superficie ondulada que contiene periscopios que traen la luz del día a los pisos inferiores, e incluso a la planta baja.
Si contemplamos una vista aérea de la ciudad de Palma de Mallorca, el casco histórico se asemeja a una enorme, compacta y continua masa construida, en la que las calles son como cortes realizados por un cuchillo. Prácticamente, la luz sólo puede entrar en las viviendas y palacios a través de los patios, que son como bocas abiertas que miran al cielo. Casal Balaguer, es uno de esos patios, alrededor de la cual se distribuyen muchas de las habitaciones de la casa.
La historia se originó en el siglo XIV con la primera construcción en la esquina trasera del palacio actual, de la que sólo queda un cuerpo triangular de geometría plegada, vinculada al pasado árabe de la ciudad. En el siglo XVI se creó una torre cuadrada en la esquina opuesta, que pertenecía a una construcción más grande. Por último, en el siglo XVIII, el palacio se transformó una vez más. La extensión se llevó a cabo sobre lo que antes era el jardín, creando un patio central y adelantando la fachada principal hasta la Calle Unión.
© Hisao Suzuki
Las zonas más antiguas de la casa se convirtieron en las dependencias del servicio, y la vida de la familia pasó a desarrollarse en torno al patio, en estancias de proporciones rectangulares que se comunican entre ellas.
El crecimiento de este edificio a trompicones lo largo del tiempo se refleja en las áreas situadas entre las diferentes intervenciones, en las que encontramos desconexiones bruscas y discontinuidades, sin interés alguno por establecer cualquier tipo de relación.
© Hisao Suzuki
El nuevo uso público del edificio requería un nuevo núcleo vertical de comunicación, ya que la circulación por el interior del palacio era muy jerárquica: una gran escalera cubierta por una cúpula llevaba desde la planta baja a la planta noble, mientras una serie de escaleras estrechas, medio ocultas, se destinaban al servicio. El nuevo núcleo vertical de comunicación, construido in situ en hormigón, ocupa un antiguo patio de ventilación, y actúa a la vez como lucernario que conduce la luz de manera segregada a las diferentes plantas. Así, luz y circulación se combinan para orientar el movimiento vertical por el edificio.
La irregular cubierta se reconstruyó completamente, estudiándose cada punto para encontrar una solución a medida. Una nueva estructura de vigas de madera – realizada con parte de las vigas originales de 1700 que resistieron los estragos del tiempo – cubren todo el espacio sin pilares intermedios.
Las formas de las dos ciudades que se yuxtaponen se reflejan en las nuevas cubiertas. El gran patio representa el ensanche del siglo XVII, y la parte comprimida y compactada de la ciudad, con su disposición de calle morisca, se puede ver en la parte trasera. La nueva cubierta combina estas dos escalas y las unifica, creando una textura en la que no se sabe donde comienza una y termina la otra.
La serie de pozos de luz que conectan el palacio con el cielo evocan este estatus de edificio sumergido, convirtiendo a la cubierta en su fachada principal.
Esta azotea acoge además un importante programa de actividades. Una primera terraza, rodeada de grandes lucernarios, configura un escenario al aire libre, mientras que otra a un nivel superior se sitúa por encima de la torre. Este lugar actúa como un nuevo mirador del centro histórico de Palma de Mallorca.