KAAN Architecten: nueva sede para el Tribunal Supremo de Holanda.
El edificio ocupa 18.000 m2 y alberga una plantilla de 350 personas. Está ubicado a lo largo del Korte Voorhout, una ruta real que conecta varios edificios institucionales con el Parlamento y al vecino parque Malieveld. Este entorno arbolado interactúa con el que el nuevo edificio a través de la vitalidad comedida de sus fachadas.
Seis estatuas de bronce señalan la entrada principal, resuelta con un único panel de vidrio que sutilmente marca la transición entre la calle y el interior. La transparencia del edificio refleja a la vez la accesibilidad que ofrece al público, así como la firmeza y la claridad de juicio.
El hall de entrada, en el que se encuentran las salas de audiencias y la sala de prensa, constituye la zona pública que en un espacio a doble altura abarca toda la longitud del edificio.
Para el pavimento y los muros se ha elegido una piedra caliza de color gris claro de una bella textura aterciopelada.
Las salas de audiencia principal y secundarias -para un público de 200 y 80 personas respectivamente- se distinguen por sus muros de alabastro traslúcido con vetas marrones.
En el centro del hall principal, entre las dos salas de audiencias, cuelga la obra Hoge Raad de la pintora holandesa Helen Verhoeven, especialmente creada para este edificio.
Los pisos superiores alojan oficinas, una biblioteca, un restaurante, y salas de consejo y de reuniones.
La luz invade el interior a través de varios grandes lucernarios, configurando el corazón de las distintas dependencias del Consejo (Raad) y la Oficina del Procurador General (Parket).
Los dos departamentos se identifican mediante el uso de diferentes materiales: el mármol Marmara Equator con sus vetas verticales caracteriza las dependencias del Consejo, mientras que el orgánico mármol Skyline las de la Oficina del Procurador General.
La luz y la comunicación visual que existe entre los diferentes espacios inspiran la interacción social, el intercambio de ideas y opiniones y las reuniones informales.
Tres de las fachadas del edificio están expuestas al sol a lo largo de todo el día. En ellas el control climático se realiza a través de unos amplios cajones de vidrio que no sólo evitan que penetre el calor y el frío, sino también el ruido del tráfico.
No obstante, estas ventanas se pueden abrir si se desea, mientras que los toldos y filtros de luz también se pueden regular individualmente. Esta doble protección controlada produce una fachada en capas, plana y sin embargo volumétrica, un matiz sutil que añade aún más elegancia al conjunto.