Mexkisito; el arte de convertir ruina en lujo.
Cierto que la idea del proyecto radica en recrear una casa colonial mexicana. Pero puesto que ello implica mezclar lo nuevo con lo viejo, la artesanía local con lo industrial y lo decadente con lo clásico, el resultado es un espacio que podríamos apodar como ruina-de-luxe.
¿Y quién mejor que Francisco Segarra y María Barrero para conseguir un estilo decadente, lujoso y relajado? El objetivo de sus propietarios es convertirlo en un referente de la cocina y la coctelería de vanguardia mexicana. Pero por ahora ya han conseguido dotarlo de un ambiente mágico y acogedor.
La fórmula para conseguir una personalidad tan marcada consiste en una combinación de varios elementos. Primero, crear un espacio capaz de narrar una historia y trasmitir emociones. En este caso habla sobre el México de los años 40 y 50, “cuando en ese país oscilaba el gusto entre lo moderno y lo tradicional, lo nacional y lo internacional, la llegada de las vanguardias y los remanentes de un contexto revolucionario e industrial”, explica Barrero.
Lo segundo sería plasmar lo cotidiano, algo que podemos ver en la fachada, cuya puerta de acceso imita a la de las haciendas. Luego vendría la combinación de elementos vintage e industrial. Por ejemplo, la parte posterior de la barra, diseñada como un antiguo mueble de salón con sus herrajes clásicos así como el hierro negro y los espejos envejecidos. Y para la parte industrial, destacamos los apliques metálicos con lente de aumento.
La recuperación de elementos originales no puede fallar nunca en los proyectos de Segarra. En este caso los suelos de madera y el muro de ladrillos recuperados, con sus vigas de madera y hierro. Y por supuesto, lo que siempre debe estar presente es el efecto desgaste-realista que se aprecia en detalles como los defectos en las paredes o las piezas de cerámica de la colección FS by Peronda.
Más componentes: objetos originales. Por ejemplo un candelabro del siglo XIX o las lámparas colocadas a modo de conjunto central con diferentes tamaños y colores que dan un aspecto de gran lámpara. Para darle autenticidad, se han traído de México varios elementos decorativos: máscaras antiguas o una urna de cristal con un milagro en su interior que simboliza el corazón del local.
También tiene que primar una única, que en este caso es la barra, hecha de tuberías y codos de metal, y pintada con los colores de la bandera mexicana. Por último, es importante manejar la iluminación para generar ambientes diferentes dentro del espacio. Por ejemplo, con la lámpara de araña del siglo XIX del pasillo.
Destacamos también las paredes pintadas de color verde claro. “Quería un color que trasmitiera serenidad y claridad al local, y que a su vez fuera un color que tuviera que ver con México”, continua Barrero, que al final se decantó por los colores de la bandera patria.
Por supuesto, las paredes tenían que tener un aspecto vivido y por otra parte debía conjuntar con un techo de líneas clásicas y elegantes. Para ello optaron por un papel con relieve en tonos blancos con dibujos geométricos, rematado con molduras y rosetones centrales.
Fotografías: Francisco Segarra.
Mexkisito
Recoletos, 11
Madrid