Patios y porches articulan una sensorial vivienda diseñada por los arquitectos Prous y Ribas.
Los diferentes miembros de la familia están muy unidos, pero también saben mantener una gran privacidad y respeto entre todos ellos. Por este motivo la vivienda se articula mediante tres volúmenes independientes dedicados al estar y estudio, cocina-office y 3 dormitorios distribuidos en diferentes plantas. Estos volúmenes están construidos en piedra blanca y buscan conseguir una sensación de resguardo e intimidad. La casa es un refugio donde incluso las ventanas se representan como huecos excavados.
Otra premisa para la familia es la relación con el espacio exterior, ya que venían de vivir en un piso. Patios y porches han sido las estrategias utilizadas para ‘obligar’ a los usuarios a vivir con la naturaleza. Los tres volúmenes se posicionan entre si creando una relación de espacios intersticiales los cuales serán ocupados por los patios y porches que configuran la casa.
© Aleix Bagué
Así, la vivienda cuenta con 7 patios de características geométricas y sensoriales muy diferentes: el patio norte de acceso es el más cerrado ya que dispone de una fachada ciega; el patio central configura el baricentro de la vivienda mediante un espacio vacío ocupado por una lámina de agua; el patio de la cocina representa la proyección de esta estancia al espacio exterior; el patio vertical ilumina la escalera; el patio sótano da acceso desde el exterior a la planta inferior y la llena de luz; el patio sur es donde se desarrollará la vida de la vivienda en verano; y finalmente el patio acceso genera una entrada más privada e íntima a los habitantes.
Los porches son otra de las herramientas utilizadas para prolongar el espacio exterior al interior y viceversa. Recintos y vacíos van sorteando una serie de patios que permiten colonizar a los usuarios el espacio exterior incluso con lluvia.
El porche del acceso, situado en el patio norte, es el único rasgo compositivo de este espacio que dará su carácter mediante la sombra que anuncia la entrada.
El porche central se descubre al atravesar la puerta principal de la vivienda. Aquí confluye el vacío que generan los tres volúmenes y el patio central. Por la luz, por el agua, por los reflejos, por muros… este espacio consiste en un espacio exterior con el confort del interior.
El porche recinto crea un espacio interior en el exterior mediante una celosía; un espacio agradable y fresco para estar en intimidad en las noches de verano.
La experiencia sensorial tiene también su papel en este proyecto. Cada uno de los patios está ocupado por diferentes variedades de aromáticas con el fin de estimular el olfato. El tacto se potencia en esta vivienda en el interior con la temperatura y los materiales; paredes ásperas y de fría piedra para el porche central contrastan con la calidez y la suavidad de la madera de las habitaciones.
El sonido se busca mediante la modulación de los diferentes juegos de aguas que existen en la vivienda, ya sea en la alberca del patio central o en la piscina del patio sur. La vista se ciega donde el espacio exterior no merece la pena para orientarse al sur y al horizonte lejano.
Pero sin lugar a dudas, los sentidos más trabajados en esta casa son los más irracionales, como el amor que inspiró el proyecto. Llover y no mojarse es irracional, habitar en una selva en el centro de una urbe es irracional, escuchar una cascada de agua en el salón es irracional, que un sótano o cueva reciba iluminación natural es irracional, que una escalera flote en el aire como si fuera una alfombra de Aladino es irracional.