Rieteilandhuis, la vivienda de los atardeceres mágicos de la Isla de IJburg.
Obedeciendo a esta premisa, el proyecto toma la forma de un bloque rectangular y alargado, cuyas fachadas principales tienen un carácter completamente diferente. El frente que da a la calle es el más opaco y se ha revestido con paneles de aluminio perforados, algunos de ellos practicables.
El alzado opuesto, por el contrario, se abre completamente al paisaje y se ha realizado con un cerramiento de vidrio y puertas correderas.
La casa cuenta con tres plantas y un sótano. En el interior se ha tratado que el espacio tuviera un carácter libre y fluido, por lo que se ha evitado la compartimentación y se ha jugado con dobles alturas.
De esta manera todas las plantas cuentan con vistas hacia el oeste, hacia el agua y el parque. Esto permite contemplar todas las noches unas magníficas puestas de sol, que crean una atmósfera única en la vivienda.
En el centro del edificio, un núcleo de tres pisos de altura contiene los aseos de cada planta, los espacios de almacenamiento, los huecos de las instalaciones y un montaplatos.
Parte del mobiliario se ha diseñado especialmente para este proyecto.
Se ha prestado especial atención a la sostenibilidad y el ahorro de energía, utilizándose colectores solares para este propósito.
Fotografías: Imre Csany/Csany Studio. Texto de Arantza Álvarez