Visto en El País: Interiorismo y nada.
En 1962 Rachel Carson publicó un libro, luego casi bíblico, titulado The Silent Spring (La primavera silenciosa) y desde ese momento se dio por iniciada la conciencia del medio ambiente. Nunca antes ni después un movimiento social ha alcanzado tanta audiencia y acatamiento en proporción al intervalo de su desarrollo. El ecologismo que inauguró ese manifiesto de Carson hizo pensar de otra manera sobre los bosques, creer como nunca se nos habría ocurrido en la bondad de los coyotes, nos despertó al delito de echar residuos en los ríos y nos inició en el arte de amar las focas.
El exterior, animado e inanimado, se introdujo en nuestro interior como una nueva fe y los norteamericanos, tan hábiles en la teología, convirtieron esa enseñanza en una doctrina. Nadie pudo, en lo sucesivo, declararse insensible al medio ambiente. Dios había sido reemplazado por la naturaleza y los pecados por tirar las pilas al suelo.
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