La sensible reforma del convento de las Hermanas Clarisas en Vivar del Cid.
El convento de las Hermanas Clarisas presentaba una organización laberíntica, con multitud de niveles unidos por tramos escalonados que dificultaban el desenvolvimiento de las hermanas de mayor edad. Asimismo, las celdas que les sirven de alojamiento no reunían las condiciones de habitabilidad exigibles a su uso: falta de aislamiento térmico, materiales envejecidos, humedad… Gran parte de los servicios higiénicos carecían igualmente de un tratamiento digno, empezando por su ubicación, que obligaba al uso de tramo de escalera.
La intervención, realizada por el estudio burgalés A3GM y merecedora de numerosos premios, se estructura según la siguiente secuencia, descrita por los propios arquitectos:
Espacio de aproximación. Originalmente incluía una rotonda que permitía el acceso de vehículos hasta la puerta del edificio. La reforma la elimina, creando un espacio previo de estacionamiento que favorece el recorrido peatonal señalado por unas bandas de adoquín negro. El plano vacío que pone en valor las fachadas de la construcción se pavimenta con zahorra artificial compactada, cuyo grano más fino constituye un acabado económico y con reducido mantenimiento. Esta superficie se matiza mediante el empotramiento de traviesas de madera tratada, algunas de las cuales se despegan del suelo para definir una barrera que impide la entrada de automóviles.
Zaguán. Se eliminan los peldaños originales. Los desniveles existentes se solucionan con planos inclinados de piedra abujardada que conectan los espacios inmediatos. Estas rampas forman parte de un lenguaje de pliegues que se utiliza para integrar la escalera de comunicación con los locutorios, cuyo trazado y estructura se mantiene. La barandilla primitiva se sustituye por otra realizada con pletinas de acero. Una iluminación sutil a base de luminarias empotradas en el suelo y proyectores ocultos de luz indirecta completan el tratamiento de este ámbito.
Museo. La antigua sala de recepción de visitas se transforma en pequeño museo. El acondicionamiento de esta pieza se lleva a cabo a partir del forrado de los paramentos con tableros de madera de roble. Se consigue así un fondo neutro y homogéneo que, además de ocultar la fábrica de poca calidad de las paredes y alguna instalación vista, sirve para acentuar los objetos expuestos: el arcón del Cantar, facsímiles de documentos cidianos y reproducciones de las espadas del Cid. Estos se alojan ahora en nichos protegidos por vidrio de seguridad y accesibles desde el interior del convento.
Torno y recepción. Se ubican en el espacio ocupado por un almacén y se relacionan con el ámbito expositivo a través de puertas que, en posición cerrada, quedan enrasadas con el revestimiento de las paredes y ocultas.
Elevador. Para resolver los desniveles se recurre a un aparato elevador de múltiples paradas con un último desembarco en la planta de las celdas donde se ha llevado a cabo la reforma de un grupo de ellas y la ejecución de un núcleo de aseos.
Situación: Vivar del Cid (Burgos)
Proyecto: Jesús Alba Elías, Laura García Juárez, Jesús García Vivar, Smara Gonçalves Diez, Carlos Miranda Barroso
Colaboradores: Ignacio Martínez Fernández, arquitecto técnico
Promotor: Junta de Castilla y León
Superficie: 3.150 m2
Fecha del proyecto y la obra: 2008
Contratista: Construcciones Ortega
Presupuesto: 420.000 €
Fotografías: a3gm
Más información:
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